Soy un instante en el río interminable del tiempo. Un suspiro que la eternidad apenas registra, y, aun así, busco significado. En el espejo veo más que una figura; veo memorias y olvidos, sueños que aún no han despertado y cicatrices que aún duelen al roce. ¿Quién soy? Una pregunta que arde suave, como un carbón que sigue latiendo bajo cenizas.
Soy el eco de cada nombre que me ha sido dado, desde el primero que resonó en las voces de quienes me enseñaron a ser. Esos nombres son hilos invisibles que me sostienen, pero también son raíces de las que busco liberarme. A veces me pregunto: ¿soy lo que otros dicen que soy? ¿O soy lo que he llegado a descubrir en los silencios que ellos no ven?
He aprendido que el “yo” se moldea en cada amanecer. No soy el mismo de ayer, ni seré el de mañana. Soy cambio constante, un fluir interminable entre lo que creí que era y lo que podría llegar a ser. Como las olas, soy a la vez la calma y la tempestad. A veces el reflejo de una quietud aparente, y otras el rugido de una marea que no encuentra su orilla. ¿Seré acaso la suma de mis opuestos? ¿O seré algo más allá de todo lo que puedo expresar?
Soy mis pasos y mis tropiezos, mis errores y mis aciertos, y, sin embargo, no me definen. Porque hay algo más, algo que desafía los límites de mis logros y mis fracasos. Una esencia que, aunque intangible, está presente en cada mirada que lanzo al horizonte, en cada susurro que dejo al viento. Hay en mí una búsqueda, un anhelo profundo de entender y ser entendido, de ver y ser visto más allá de lo que los ojos pueden abarcar.
Soy una contradicción. Deseo la paz y abrazo la incertidumbre; persigo la verdad, aunque sé que me escapa entre las manos. Soy el fragmento de un todo que no alcanzo a ver, un rompecabezas cuyas piezas se esparcen en cada rincón de mi historia, en cada suspiro y en cada latido. ¿Seré acaso el orden o el caos que se desliza entre esos fragmentos? O tal vez soy la nada, el vacío en el que todo encuentra su sentido.
Soy las noches de insomnio en que cuestiono lo que he hecho y las mañanas en que decido seguir adelante. Soy la duda y la certeza que luchan en mi interior, como dos viejos conocidos que, aunque se contradicen, saben que no pueden existir el uno sin el otro. Porque en cada duda hay una chispa de verdad, y en cada certeza un eco de inseguridad. Tal vez ser sea precisamente eso: habitar el misterio, aceptar que hay cosas que jamás podré definir.
Soy una historia que se escribe en tiempo presente, un capítulo inacabado que espera su desenlace. Y, aunque a veces deseo respuestas, también sé que no quiero todas. Porque cada respuesta cierra un camino, y yo deseo que algunos caminos sigan abiertos, que algunos misterios sigan danzando en mi mente y en mi corazón.
Soy el aroma de los recuerdos que aún no se desvanecen, de los momentos que dejaron su huella indeleble en lo profundo. Soy los abrazos dados y los que aún guardo, como promesas que esperan su momento. Soy los adioses que no dije, las palabras que no pronuncié, y las que aún resuenan en los rincones de mi ser.
En este vasto universo, soy una chispa. Soy uno entre millones y, sin embargo, siento que tengo un lugar en este enigma inmenso que llamamos vida. Porque, aunque mi existencia pueda parecer insignificante, soy parte de un todo; una pieza que, aunque pequeña, forma parte de algo infinitamente mayor. ¿Quién soy? No lo sé con certeza, pero quizá, en esta incertidumbre, esté la respuesta.
Soy un buscador de respuestas y también su guardián. Porque tal vez ser no es descubrir un único “yo”, sino aceptar que somos muchos, que nos formamos de cada vivencia y de cada silencio, de cada caída y de cada renacer. Y así, en este viaje sin mapa, sigo andando, construyéndome, descubriéndome, sabiendo que, aunque no alcance todas las respuestas, cada paso me acerca un poco más a lo que soy.
Yo ya me presenté y ahora tú cuéntame.
¿Quién eres?
Facebook: Yheraldo Martínez
Instagram: yheraldo
X: @yheraldo33