Nos esforzamos tanto por alcanzar el éxito, que peleamos, luchamos, avanzamos, perduramos y continuamos; que cuando lo alcanzamos la gran mayoría de las veces, no sabemos qué hacer con él, porque lo que casi nos empezó a definir es lo que hacíamos para conseguirlo y ahora que lo tenemos, ¿quiénes somos?

¿Quiénes somos? La cuestión es la que siempre debemos plantearnos, incluso a diario, ya que parafraseando a Ortega y Gasset "somos nosotros y nuestras circunstancias", entonces como la vida es cambiante, nosotros también lo somos. Lo que fui ayer, quizás ya no soy hoy.

¿Qué tiene que ver esto? En realidad, el éxito es un concepto que debería ser considerado como una definición personal. Por ejemplo, para alguien, la posibilidad de adquirir su primer vehículo sin duda representa un éxito, el finalizar una carrera para aquella persona que nadie de su familia tiene un nivel académico similar, la adquisición de la primera casa. Estos logros a lo mejor representan dinero, pero ese dinero para esas personas representa esfuerzos, trabajos extras, horas extras, dejar de disfrutar momentos placenteros con el fin de alcanzar su objetivo. Estos son tan solo logros materiales, pero también hay objetivos intangibles que muchas veces esos son los más trascendentales. Insisto, no para todos representa lo mismo, lo relevante aquí es la cuestión ¿qué significa esto que estoy llevando a cabo para mí?

Todas las cosas que quisiéramos alcanzar, todos los éxitos que deseemos cosechar y todos esos sueños que queremos hacer realidad, se traducen en esfuerzos, sacrificios, tiempo. Representan la constancia de cada uno de nosotros, y a veces nos concentramos tanto en ellos que nos olvidamos de sentir y vivir el presente, ya que estamos constantemente observando hacia el futuro.

Hay una canción de Julio Iglesias que mucho tino tiene en esto que estamos conversando:

De tanto correr por la vida sin freno

Me olvidé que la vida se vive un momento

De tanto querer ser en todo el primero

Me olvidé de vivir los detalles pequeños

De tanto jugar con los sentimientos

Viviendo de aplausos envueltos en sueños

De tanto gritar mis canciones al viento

Ya no soy como ayer, ya no sé lo que siento.

Eso es lo que sucede, caminamos por la vida sin detenernos en disfrutar de ella, o incluso nos olvidamos de las personas que nos rodean. Nos enfocamos en la cima y olvidamos que la felicidad se encuentra en el trayecto y no solo en la meta. Pasa con los matrimonios que, por enfocarse en trabajar, no disfrutan a sus hijos, a sus parejas. También sucede que dejamos de establecer relaciones profundas, nos perdemos de familia y amigos.

¿Cuántas veces no te ha ocurrido?, que una vez que alcanzas tu objetivo, resulta que no era lo que esperabas, que idealizamos tanto algo, hasta que se convierte en un aliciente para nosotros, puede ser hasta la inspiración que te lleve a levantarte día con día, y nada ni nadie nos puede detener para llegar a ello y cuando lo alcanzamos; nada cambia. El problema de ello es que siempre mirábamos lejos, y nos olvidamos de voltear hacia adentro.

La pregunta más relevante que debemos plantearnos es ¿en quién me he convertido cuando no he logrado eso, por lo que tanto me esforcé y, por alguna razón, no logré?, debido a que también ahí puede brotar un cambio en nuestra personalidad.

Una vez que lo obtienes, ¿qué sucede?, ¿y ahora? Considera que estas dos preguntas son sumamente relevantes, debido a que te permitirá reconocer la importancia de tu dedicación y esfuerzo. Ahora te das cuenta de que has dejado mucho atrás, aquella persona que soñó ya no está, ahora solo está la persona real, lo que en realidad eres, y es aquí donde debes responder: ¿quién eres?

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