Es posible que nos encontramos en un momento de la historia en el que los seres humanos, o al menos una gran mayoría, experimentamos una obsesión por ser felices. Esta búsqueda de la felicidad es constante, y si no estamos en esa posición, estamos fallando. Nos han repetido tantas veces que a esta vida solo vienes a ser feliz y si no nos sentimos así, llegamos a deducir que algo estamos haciendo mal. Eso provoca que nos vendan y compremos ciertas ideas, de por sí ya la vida es compleja, ahora sintiendo esta carga innecesaria, lo que nos conlleva buscar y terminar comprando ciertos atajos para disfrutar con esto o con lo otro de dicha felicidad. La felicidad es un constructo que cada uno de nosotros deberíamos edificar, y no comprarlo como un concepto globalizado, como una camisa de fuerza que a todas las personas nos debe de quedar. La felicidad depende del sentido que cada uno le damos a nuestra vida.
Cada vez se habla más, sobre el sentido de vida, y también se investiga más sobre ello, eso que los japoneses llaman “ikigai” que no tiene una traducción literal, pero se define como “razón para vivir”, lo podemos entender, como ese sentido de vida del que estamos hablando. Ese sentido que uno les da a las cosas, puede desembocar y está científicamente medido en una mejor salud física, psicológica y emocional y todo esto por supuesto que va a conllevar ahora si a lo que nosotros previamente construimos como felicidad.
No me vas a dejar mentir todos los que estamos leyendo este escrito, incluso el mismo que lo escribe (aunque no lo creas) estamos librando alguna batalla en algún tema de nuestra vida. Algunos padecemos por un problema económico, otros por un problema de salud nuestra o de algún familiar, un asunto familiar, algún asunto profesional, puede ser también en el ámbito del amor, con nuestra pareja; no importa el campo que sea, siempre hay algo que nos preocupa, y todas estas batallas nos marcan de alguna manera, pero el modo en que lidiamos con esas batallas es lo que va a definir como personas.
El estado de plenitud se percibe en el momento en que experimentamos que la gran mayoría de nuestras necesidades se encuentran cubiertas. A pesar de las dificultades que surgen en algún asunto de nuestra existencia, a pesar de los conflictos que surgen en algún ámbito, los demás están bien y esto contribuye apreservar nuestro bienestar. El inconveniente surge cuando en todos los campos estamos enfrentando una batalla, llega un momento en el que no tenemos idea de qué hacer, y empezamos a olvidar esas pequeñas cosas tan difíciles de tener, pero que son extraordinarias. No disfrutamos del descanso, no disfrutamos de la comida, y no disfrutamos de todos esos placeres, que por más que los consumamos no nos otorgarán el sentido de satisfacción que estaremos buscando.e la comida, y no disfrutamos de todos esos placeres, que por más que los consumamos no nos otorgarán el sentido de satisfacción que estaremos buscando.
El mejor refugio para el sufrimiento y el dolor es sentir que te quieren y que eres una persona amada, es sentir que no te encuentras en soledad, en esa soledad involuntaria, ya que representa una emoción terrible para nuestra psique, para nuestra mente y para nuestro corazón. Por consiguiente, en ocasiones, la elección más efectiva es buscar a alguien que nos brinde el apoyo que deseamos encontrar, a veces no es buscarlo, sino que es únicamente percatarnos de que esa persona se encuentra presente, solo que dejamos de prestar atención. El dolor, principalmente lo que causa, es que no veamos a quienes tenemos a nuestro alrededor. Como siempre comento, también existe la otra cara de la moneda, donde nosotros podemos ser ese apoyo que alguien necesita. En ocasiones, la sensación de que nuestro apoyo es un aporte para alguien, nos proporciona un sentido a nuestra vida.
¿Tu qué sentido le das?
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