Imagina que vas caminando con otra persona por la acera de alguna calle, van platicando tranquilamente, compartiendo algunas anécdotas, riendo y con mucha alegría, vas viviendo este momento. ¡De pronto! Detienes tu camino porque un perro muy grande, de esos que son como los que usan en las peleas, se te queda mirando fijamente, entonces detienes tu andar, la otra persona se detiene por un pequeño instante, pero decide continuar y ¿tú?, te quedas inmóvil, la otra persona te dice: “camínale los perros pueden oler tu miedo” y si este perro llega a oler que tienes miedo entonces, te atacara.
¿Será posible que nuestras emociones huelan? No sé si realmente los animales puedan oler el miedo, lo cierto es que las personas, si logramos percibir las emociones de quienes nos rodean. En ocasiones la esencia, evidentemente no es por como huelan los demás, pero si hay algo que nos hace percibirlos de una o de otra manera. Hay estudios científicos que hablan de esto, por ejemplo, cuando estamos felices, pues segregamos mayor serotonina, dopamina, oxitócica, etcétera, y eso hace que nuestras segregaciones químicas tengan ciertos olores que no son perceptibles de manera consciente al olfato humano.
¿A qué huele el miedo, la tristeza, la ansiedad, o también la alegría, la felicidad, la plenitud? ¿A qué huelen las emociones?
Cuando falleció el actor Héctor Suárez, su hijo, Héctor Suárez Gomiz, escribió una carta muy emotiva, en la cual describía como el abrazo de su padre, siempre fue reparador, y lo era entre muchas cosas, por el aroma que desprendía. Su olor le generaba muchos buenos sentimientos, el mismo lo describe como la felicidad, eso que él podía percibir. Con este pequeño ejemplo podemos detenernos a reflexionar, ¿qué emociones nos provocan quiénes están a mí alrededor? Pero también, ¿qué emociones transmitimos?
¿Tú a qué crees qué hueles? ¿Cuáles son las principales emociones que estás transpirando? Definitivamente, tendrá mucho que ver, el momento de tu vida que estés viviendo, pero mucho más, como lo estás tomando. ¿Cómo estás digiriendo eso que estás viviendo en este momento?
Por supuesto que las emociones que vamos sintiendo no las podemos controlar, lo que si podemos educar es lo que hacemos con ellas una vez que las emociones están en nosotros. Este punto es muy importante, no se trata de contenerlas, ni las que son agradables, ni las que no lo son tanto, se trata de proyectarlas hacia nuestro entorno de la manera más sana posible, para mí y por supuesto para los demás.
Hay aromas que nos gustan y nos acercamos a disfrutar, de esos que inhalamos con aquella energía y goce, tal vez esos sean los que nos hagan acercarnos a las personas, nos agrada su esencia y nos transmite o inspira situaciones positivas. En cambio, también hay esencias de las cuales huimos, de las que preferimos no estar cerca, de las cuales pensamos, son mucho mejor de lejos. ¿En cuál crees que estás tú? ¿Las personas que están a tu alrededor, buscan estar cerca de ti o prefieren huirte?
¿A qué hueles en estos momentos? ¿Cuál es la emoción que más estás transpirando? Si estás frente a decisiones difíciles de tu vida, sobre tu futuro, personal, laboral, económico. Tal vez tengas la misma emoción de miedo, es hasta cierto punto normal, lo que no debemos aceptar es el hecho de que nos deje inmóviles. Pero déjame decirte algo: cuando estamos en la orilla del abismo solo pueden ocurrir dos cosas, o caemos en lo profundo del mismo o nos decidimos a volar. Tú ¿qué prefieres?
¿Qué olor es el que quieres transpirar? ¿Cuál es la emoción que constantemente está en ti? Alegría, felicidad, jubilo, o tristeza, estrés, enojo… Primero es reconocerla y segundo decidir si queremos seguir oliendo a lo mismo. Y tú ¿a qué hueles?
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