Vivimos en una sociedad que nos invita al constante consumismo, en donde ya nos ocupamos en tener más, que en ser. Se considera que tenemos estabilidad, solo porque económicamente estamos “bien”, porque tenemos casa propia o la adquirimos con una deuda prácticamente impagable; y lo mismo sucede con el coche, nuestra “buena” ropa o algo que vaya acorde a nuestro nivel de vida.

La sociedad nos invita a siempre tener, porque algunos dicen: “dime cuánto tienes, y te diré cuánto vales”. Se nos ha vendido que el éxito mucho depende de tener grandes cuentas bancarias. Esto no solo es a gran escala, también el poseer bienes materiales como celulares, tabletas electrónicas, relojes, o cualquier otro accesorio costoso; representa la pretensión de muchas personas.

En relación con este tema, parafraseo al periodista norteamericano Émile Henri Gauvreau: “Compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a gente a la que no le importamos”, la cual además ha sido replicada por personajes como el actor Will Smith; pues es en esta frase que se puede resumir mucho de lo que verdaderamente le sucede a nuestra sociedad, cuando hablamos de consumismo.

Consumimos porque la mercadotecnia hace su trabajo y nos ha creado necesidades materiales, pero innecesarias para la esencia misma de la persona, porque más que vendernos la calidad de los productos o los beneficios que con ellos obtendríamos, nos venden, estatus, tranquilidad, seguridad, felicidad, es decir; cuando compramos o adquirimos un producto realmente lo que estamos comprando es una emoción que de alguna forma carecemos y la queremos sustituir por ese producto.

El problema siempre radica en la obsolescencia programada que se tiene de las cosas, y entonces lo que ahora es lo de última generación resulta que pasan algunas semanas si bien nos va algunos meses, y ya sale el nuevo producto con la nueva generación, entonces dejamos de tener la última generación, y aspiramos nuevamente a ello, y todo se va convirtiendo en un círculo vicioso donde siempre queremos algo más.

Los vacíos en las personas radican, porque aunque tengan el teléfono inteligente de más alta generación solo les satisface poco tiempo, después van a querer el más nuevo, la situación al traer ropa puesta de temporada, es que la temporada es muy corta, y entonces en poco tiempo ya no estarán a la moda. El detalle de tener la última colección de algún prestigioso diseñador es que pronto sacará una nueva colección, entonces si esas son nuestras necesidades, solo estarán satisfechas por temporadas muy cortas.

El problema de consumir es que poseemos lo material, pero nos olvidamos de lo intangible, y es que tener mucho por fuera, la mayoría de las veces refleja lo vacíos que estamos por dentro, no digo que tener sea sinónimo de vacío, a lo que me refiero es que muchas veces le damos más importancia a ello, que nos olvidamos de cultivar pensamientos positivos, de cosechar emociones sanas y hacer que florezcan sentimientos de amor en nosotros.

El expresidente de Uruguay Pepe Mujica, atinadamente comentó en alguna ocasión que debemos de ser conscientes de que todo lo material lo compramos no es con dinero, sino con el tiempo que le invertimos para obtenerlo, y ese tiempo nunca vuelve. Es el tiempo que dejamos de pasar con nuestra familia, con nuestros amigos, es el tiempo que nos desconectamos del mundo para enfocarnos en hacer dinero, mismo que gastaremos en algo que nos hicieron creer que necesitamos, y si no nos alcanza, entonces pedimos prestado, y nos volvemos esclavos del sistema.

Mi invitación siempre es a la reflexión, y subrayo que no estoy peleado con tener, pero no olvidemos el ser, pensemos y meditemos nuestra vida y nuestro consumismo y ya después de ello, ¿cómo ves?, ¿nos vamos de compras?

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