Creo firmemente que; así como es adentro, es afuera, y se ve reflejada dicha idea en nuestra realidad de la cual todos nos podemos percatar. En un mundo donde hablamos de tolerancia, pero no aceptamos lo que difiere de nuestra cosmovisión. Hablamos de respeto, pero solo lo que esté dentro de nuestros parámetros como aceptable. Hablamos de solidaridad, pero únicamente de quienes sean como “nosotros” porque en esa idea existe inconscientemente el “ellos” y ahí se encuentra una separación.

Vemos hoy enfrentamientos en el orden mundial, naciones enteras enfrentándose entre ellas. Podríamos decir que no todos y es válido, únicamente los líderes políticos y militares, podríamos juzgarlo como inadecuado o incorrecto, pero tampoco debemos asustarnos debido a que la realidad que logramos percibir “afuera” solamente es un reflejo de lo que sucede en nuestro interior. ¿Apoco tú no te encuentras en guerra? Esa batalla constante entre lo que quieres y lo que los demás esperan de ti.

Una lucha entre lo que pensamos y sentimos, una riña perpetua entre el ego y la consciencia, una pelea entre nuestro “angelito” y nuestro “diablito”, ese pleito constante entre lo que somos y lo que queremos ser. Muchos podrían opinar que esa guerra interna no causa tanto daño como las bombas, y eso dependerá de la perspectiva. Porque según algunos expertos, también son causa de tumores, cánceres, enfermedades terminales o crónicas. Hay emociones que explotan o sentimientos que causan mucho daño y no solo a nosotros.

¿Esas batallas internas no causan tanto daño? Pregúntale a los de tu alrededor, ¿cómo eres con las personas que están a tu alrededor? ¿Cómo tratamos a las personas con las que convivimos? ¿Cómo reacciono ante las circunstancias tan cotidianas de la vida, en el tráfico, en el trabajo, en el medio social donde me desenvuelvo? ¿Cómo soy con mis padres, con mi pareja, con mi familia, con mis amigos?

A veces no entendemos ni que nos sucede y nos andamos desquitando con los demás, ya sea que consideremos que tengamos razón o no. Esos también son ataques, ser pasivo-agresivos, aunque a veces nos escudamos en que no nos damos cuenta o que vaya el ataque disfrazado de esas bromas mal sanas. O también hay quien se esconde en esa famosa frase de: “yo, así soy”.

La realidad mata cualquier definición que pudiéramos expresar, lo más recomendable es hacer las paces con nosotros mismos, entablar un diálogo interno constante, pero deberá de ser con palabras asertivas, que sean apropiadas para calmar cualquiera de nuestros propios ataques. Ser amables con nosotros mismos siempre ayuda, tratarnos con amor y paciencia, hablarnos con respeto y dignidad. Tal parece que no hay mucha diferencia de como se lograría un acuerdo de paz entre dos personas, o entre dos naciones, o con nosotros mismos. Solo hace falta una férrea voluntad para que prevalezca la paz y la concordia, pero también contar con las herramientas necesarias de una conversación asertiva.

Busquemos la autorrealización, está comprobado que entre más felices y plenos seamos las personas, menos andamos invadiendo la vida de los demás. Insisto como es adentro, es afuera, no debemos de sorprendernos de cómo está el mundo en este momento, porque cuando volteamos la mirada hacia dentro de nosotros podemos observar que también hay un caos: confusiones, zigzagueos inexplicables y esperanzas al revés.

¿Cómo podemos mejorar esta situación? Realmente no sé si alguien tenga la respuesta a dicha pregunta, lo único que puedo escribir aquí es una pequeña propuesta y es dejar de tener esta guerra interna, busquemos hacer una tregua con nosotros y dejar de pelear por dentro, para que no haya daños colaterales por fuera.

¿Cómo ves, nos declaramos la paz?

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