El ritmo en el que el mundo nos impulsa a vivir nos lleva a una postura muchas veces de inmediatez, al punto de que todo lo queremos de forma rápida y expedita. Al mismo tiempo, nos encontramos saturados de tareas por realizar, pendientes por cumplir, listas por palomear, con todo esto y mucho más, no nos permitimos un momento de reflexión o replantear ciertas cosas, no nos cuestionamos. Lo único que hacemos es continuar, seguir, y paradójicamente eso es lo que nos provoca en ocasiones que lleguemos a estancarnos.
Cuando surgen problemas que verdaderamente requieren de nuestra atención, nos enfocamos en abordar el contratiempo que enfrentamos, pero lo hacemos de forma parcial, únicamente lo que en el momento nos produce una molestia. Pero, no enfrentamos el problema de raíz, y es como darle un “mejoralito” a la situación. La presente situación se encuentra en diversos aspectos de nuestra existencia, y naturalmente se reproduce en nuestras plataformas digitales.
El ser humano se encuentra en un estado de temor, especialmente en las plataformas digitales, donde hemos adquirido una capacidad de razonamiento mediatizada, y en donde nuestra habilidad de razonar se ve afectada por la inmediatez de la respuesta, misma que lamentablemente, es poco fundamentada.
Siempre he creído que el razonamiento es el freno de las emociones. Considero que nuestra existencia se encuentra en una posición de poca racionalidad y hemos adquirido una capacidad de reacción más emocional sobre las circunstancias ocurridas en la vida cotidiana.
En las plataformas digitales, se persigue la lucha por la justicia (desde lo que nosotros concebimos como justo), sin tener en cuenta que solemos convertimos en jueces y tomamos una postura, y estas tendencias conocidas como polarización, pueden tener lugar en nosotros y ni siquiera nos damos cuenta. Lo que se nos olvida es que somos solo observadores y de una sola perspectiva; no obstante, decidimos tomar partido, y podemos hacer que carreras profesionales se acaben, que negocios cierren, y hasta que personas se suiciden, por no pensar que hay algo más allá de lo que nuestra vista nos permite ver.
Hemos asumido menos responsabilidad por nuestras palabras, y, debido a nuestra falta de cuidado, no nos importa la repercusión que pueden tener en la persona a la que son dirigidas. En las plataformas digitales se olvida que, en cada perfil, existe una persona de carne y hueso que experimenta emociones y sentimientos. No obstante, decidimos enfocarnos exclusivamente en la idea que no es aceptable para nosotros, y es cuando nos mostramos poco racionales, haciendo y despotricando comentarios, que quizá teniendo a una persona enfrente, no nos atrevamos a realizar. Por ello, es importante tener en cuenta que hay rostros reales detrás de cada perfil.
Es imperativo que nos concentremos en la reflexión acerca de la importancia de no detenernos para considerar que nuestras expresiones en las plataformas digitales pueden tener un impacto significativo en las personas, ya sea de forma negativa o positiva.
La sociedad requiere de mensajes optimistas, que, más que juzgar, busquen motivar, encontrar soluciones a los problemas que afectan a nuestro entorno. En efecto, el cambio social no se encuentra presente en las plataformas digitales, aunque estas pueden ser un impulso y motivación para los individuos. Sin embargo, el verdadero cambio radica en la acción que tú y yo podamos llevar a cabo, más que en la opinión que podamos llegar a compartir.
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