Todos tenemos esa o esas voces que nos hablan desde nuestro interior, algunos le llamamos conciencia, otros nuestro yo interior, el angelito y el diablito. No importa el nombre que le queramos poner, el punto es que es una voz que la mayor parte del tiempo está presente y que traemos siempre con nosotros.

Esa voz siempre nos habla, bueno yo espero que a todos y no ser el único loco, y nos funciona para cuando tenemos esas auto conversaciones que al final se encausan a ciertas conclusiones o hasta a tomar algunas decisiones importantes.

Esa voz es la que nos impulsa a tomar cierto camino o a seguir determinado destino, lo relevante es que esa voz jamás sea opacada y mucho menos silenciada. Es ahí donde radica el problema de la gran mayoría de las personas que empezaron a escuchar más las voces de afuera que su propia voz interior.

Desde niños escuchamos las voces de nuestros padres, que, sin duda, estarán con nosotros hasta que la vida, Dios o el Universo nos lo permita, y sus voces siempre van a estar en función de lo que ellos consideran para nosotros como lo mejor. También están las de nuestros amigos, nuestro entorno y sin faltar esas que creen tener la razón y se hacen escuchar sin que nosotros lo hayamos solicitado.

El problema radica en que la cosa no termina ahí, está la voz de la generalidad, las tendencias, las costumbres, las modas y tantas otras cosas. Estas voces son demasiadas y están a nuestro alrededor que a veces es casi imposible acallarlas. Tal vez ni siquiera lo deberíamos de plantear, el hecho de silenciarlas para siempre, solo jamás dejemos que esas voces sean más fuertes que la nuestra, y no se trata de gritar más fuerte, sino de enfocarnos en escucharnos.

En ocasiones las escuchamos tanto que dejamos de seguir nuestro camino para seguir el rumbo que nos marcan esas voces del exterior, eso es lo que nos hace perdernos, eso es lo que nos hace no saber a dónde vamos y hasta en ocasiones no comprendemos como llegamos al lugar en el que estamos, y peor aun cuando nos preguntamos ¿qué hago aquí?, ¿cómo es que llegue a donde no quiero estar?

No es bueno dejarse llevar por las voces de lo que el mundo quiere de nosotros, siempre tenemos que hacer un balance de lo que nosotros queremos, lo que los demás esperan, pero sobre todo de lo que nosotros estamos dispuestos a dar, porque lo más importante es lo que uno espera de sí mismo.

El famoso discurso de Steve Jobs, en la universidad de Stanford nos presenta una buena estrategia. La cual consiste en preguntarle al espejo todos los días, si lo que vamos a hacer el día de hoy, nos gusta, y si la respuesta es no, durante varios días consecutivos, entonces tenemos que hacer un replanteamiento, porque no estamos haciendo lo que nos apasiona.

Es muy difícil redireccionarnos una vez que hemos tomado una decisión, como cambiar de carrera, de pareja, de trabajo, de ciudad, de cultura y hasta de religión; hay cosas de las que definitivamente no podemos cambiar como de familia, por ejemplo, el color de nuestra piel, pero de ahí en fuera todo es mutable, y si ese cambio o evolución lo realizamos porque escuchamos nuestra voz, y de verdad hacemos caso a lo que queremos, entonces debemos seguirla, jamás dejemos de escucharnos

El mundo sin duda alguna siempre nos juzgará, no obstante, el mejor juez por su casa empieza, entonces empecemos a escuchar más la voz de nuestra conciencia que nos dice hacia donde ir, y no la callemos, por favor jamás la acallemos, esa es tu voz, que nos acompañará siempre, la que jamás nos abandonará.

Nunca dejes de escuchar tu voz, pongamos atención, porque en ocasiones no tan solo nos habla, sino que nos grita. Es la voz de tu alma y esa siempre es sabia. Y tú ¿te escuchas o prefieres guardar silencio ante ti? ¿Qué tanto escuchas tu propia voz?

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