Hay una historia que me resulta muy interesante y me gustaría platicarles: en alguna tribu de África, cuando una mujer se entera de que está embarazada, corre muy emocionada a decírselo a las otras mujeres de la aldea. Ellas creen que cada persona tiene una canción, la cual es muy suya, muy propia. Semanas más tarde, un día al amanecer, se adentran en la selva para descubrir, juntas, la letra de esa canción que será para esta nueva persona que está por llegar.

Durante el embarazo, la madre enseña la canción del bebé a la gente del lugar, para cuando nazca, todas las personas que estén a su lado entonen esa canción a manera de bienvenida al nuevo ser. Y así lo hacen, en el momento en el que nace, todos en la tribu entonan su canción, es un momento de mucha emoción colectiva.

A medida que la niña o el niño va creciendo, cuando realiza alguna acción digna de reconocerse, resulta que la gente de la tribu canta su canción. Pero sí, por lo contrario, la persona hace algo malo o comete algún error grave, lo llaman al centro del poblado y la gente de la comunidad lo rodea, entonces también le cantan su canción. Esta tribu, cree firmemente que la manera de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y ayudar a la recuperación de la identidad.

Es un cuento que nos puede servir para muchas reflexiones; también para recordarnos que antes de llegar a este mundo, ya éramos esperados, soñados, queridos, amados, o por lo menos en la mayoría de los casos. Además, que cada uno de nosotros tenemos nuestra propia canción y ritmo, un nombre propio, una vibración especial que nos hace únicos. Todos tenemos nuestra propia personalidad, y las decisiones de la vida son las que nos van afianzando esa misma identidad o esas mismas elecciones son las que nos van alejando de ella.

Lo más importante es tener algo, para poder regresar al origen, si es que así lo deseamos, algo para cuando nos sintamos perdidos, todos llegamos a esos momentos, en donde no logramos ni reconocemos. Esto se debe que a lo largo de nuestra vida vamos tomando una serie de decisiones que se convierten en un cúmulo de experiencias. De pronto hacemos un alto y nos damos cuenta, de que nos hemos alejado de nuestro origen, de nuestra identidad, la que es nuestra y de nadie más, nos dejamos influir por el mundo y el entorno. No quiero decir que debamos ser ermitaños, pero si debemos tener bien definida y entendida nuestra propia música.

No tenemos por qué autocastigarnos por nuestros errores, ya el darnos cuenta, el hacernos conscientes de que los hemos cometido la gran mayoría de las veces es bastante doloroso, eso puede bastar para entender y no repetirlos. Evitemos maltratarnos por equivocarnos, mejor recurramos a nuestro amor propio, tratémonos bien, y escuchemos nuestra propia música.

A la gran mayoría de nosotros tal vez no nos compongan nuestra propia canción, no obstante nosotros debemos buscar eso que nos define, todo aquello que es parte de nosotros. Lo que nos apasiona y nos enciende el corazón, lo que nos hace vibrar y nos mueve, todo aquello que nos hace sentir vivos, y nos ayuda regresar a nuestro origen cuando estamos perdidos. Lo que nos devuelve al comienzo del cual nosotros sabemos que partimos o del que nosotros decidimos partir.

¿Tú como haces para encontrarte cuando te pierdes, o para regresar cuando no sabes en donde estas? El amor propio bien entendido podría ser una buena respuesta. No seamos tan duros con nosotros, ya que amarnos es la mejor forma de cambiar el modo en el que vemos y sentimos nuestra realidad, es una forma de volver al origen de lo que somos, no importa la creencia que tengamos, o la religión que profesemos, no obstante, el amor es lo que mueve al mundo, y el amor propio es el que diseña, nuestro mundo. ¿Cuál es tu música?


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