Se llegó por fin el día tan esperado, 24 de diciembre, una fecha anhelada por mucha gente. Estaremos festejando la Navidad, en la cual la gran mayoría nos hemos preparado con la cena y además muy seguramente ya tenemos listos todos los regalos que les daremos a nuestros seres amados: familia, amigos, compañeros, personas que están en nuestra vida, que han hecho de este año, un maravilloso año, y Navidad siempre es un buen momento para regalar.

Están los regalos tangibles que estamos dispuestos a obsequiar, que hemos seleccionado y después preparado con mucho cariño, los cuales guardamos en cajas adornadas o bolsas de colores para que se vean lindos, además de una buena tarjeta, con un mensaje que seguro sale de nuestro corazón. Aparte de todo ello, ¿qué hay de esos regalos intangibles?, los que no se pueden envolver, los que en ocasiones damos por sentados, los que son invaluables, como nuestro amor sincero, nuestra amistad verdadera, nuestro tiempo. ¿Ya sabes a quién se los darás?

Con bastante frecuencia solemos leer que esperamos que las personas nos den lo más valioso que podrían darnos, debido a que nos merecemos su tiempo, su espacio, su amor, su compañía; incluso solemos decir que a veces solo queremos la valiosa presencia de las personas que amamos. ¿Pero si recibiéramos esos regalos seriamos recíprocos? O ya ni siquiera eso, ¿qué haríamos con ellos?, los apreciaríamos, los valoraríamos, ¿los disfrutaríamos?, ¿tú qué crees?

Si mis padres me regalan el tiempo que pido, ¿qué haría con él?, si mi pareja por fin me da la atención que espero, ¿qué haría con ella? Si las personas que me importan por fin me dan el amor que pido ¿qué haría con tan increíbles obsequios?

Supongo que en algún momento has escuchado, que las personas le pedimos tanto a la vida, a Dios, al universo, que cuando se nos es concedido no sabemos que hacer con ello, ¿será porque en realidad no lo queríamos o no éramos consientes de lo que pedíamos?

En ocasiones también solemos preguntarnos, porque las personas no valoran lo que nosotros les damos, suele suceder que de alguna manera nos sentimos subvalorados. Vamos a plantearlo de manera diferente ¿valoro yo, lo que las personas a mi alrededor me otorgan? ¿Respeto su tiempo? ¿Valoro su atención? ¿Cuido del amor que me brindan?

Aprovechemos que hoy en la noche, la familia y amigos nos reuniremos para celebrar la Navidad. Es un buen momento para dar lo más valioso que poseemos que es nuestro tiempo y nuestra atención, compartamos con nuestros seres amados, momentos de gran valor, hagámoslo con total entrega, sin distracciones ajenas al momento presente. Ese es el espíritu navideño, compartir y recibir: armonía, amor, felicidad, y mucha alegría.

Es momento de abrazarnos con el corazón abierto, de comunicarnos con consciencia plena. Espero hayas preparado tus regalos y dáselos a las personas correctas, debido a que ese es otro punto muy importante. De pronto nos confundimos y andamos otorgando nuestros más invaluables regalos a las personas equivocadas.

Es fundamental el saber dar, cuando es desde el corazón, pero por supuesto que tenemos también que aprender a valorar y a apreciar lo que nos brindan. Deseo de corazón que esta navidad tengas un intercambio interminable de esos invaluables regalos y sobre todo, sepas valorarlos.

Yo, te regalo mis letras, te obsequio como siempre la invitación a que reflexionemos juntos, gracias por regalarme tu tiempo, gracias porque, a pesar del ajetreo del día, te das la oportunidad de leerme. Te mando un gran abrazo a la distancia, cargado de mucha buena vibra, ¡Feliz Navidad! Y no te olvides de compartir lo mejor de ti, con las personas correctas. ¿Cómo ves, ya tienes listos los regalos?

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