Al parecer, se ha vuelto tan natural, que la gran mayoría de las personas compartimos un mismo temor, y ese miedo es; no estar a la altura de los retos que se nos presentan en la vida, o de las personas en algunos casos.
Parece ser un temor innato en el ser humano, pero no lo es. Tiene que ver con ideas aprendidas, de experiencias pasadas, con la presión del entorno que provoca, que no nos sentimos lo suficientemente capaces para realizar tal o cual acción, debido a que constantemente nos estamos comparando con los demás. A pesar de que sea sobre nuestra área en la cual ya poseemos experiencia, en la que siempre nos hemos desempeñado. Nada de esto importa cuando tiene que ver con la idea que tenemos de nosotros mismos. Esto se puede también considerar auto sabotaje.
Lo más interesante es que todo esto responde, más, a ideas preconcebidas que nos hemos forjado de nosotros mismos, que con la realidad en sí. Una vez que nos enfrentamos al reto que tenemos enfrente, la gran mayoría de las veces (afortunadamente) solemos salir avante ante cualquier situación. Lo que prueba nuestra valía, y tantas cosas más.
Siempre que estemos frente a este temor, hagamos un simple viraje al pasado, y recordemos las veces que pensábamos que no lo lograríamos, las ocasiones en que queríamos desistir, los momentos en que pensábamos en claudicar, pero por alguna u otra razón no lo hicimos, y salimos airosos. Todo prueba que no importa el tamaño del reto, siempre podemos salir adelante, si confiamos en nosotros mismos. Por supuesto que esa confianza debe estar basada en una realidad palpable, lo mucho que hemos estudiado en alguna área del conocimiento, la experiencia en aquello que se nos presenta, entre otras causas que seguramente aportaran a nuestro favor.
Muchas veces suponemos que solo se gana cuando se obtiene el primer lugar, el reconocimiento de la gente, o nos otorgan una medalla por aquello que hacemos, tenemos que tener claro que no siempre es así. Dejemos de buscar el aplauso tumultuoso de la muchedumbre, y busquemos mejor, el aplauso silencioso de nuestra propia conciencia. Más que enfocarnos simplemente en el resultado y el reconocimiento o el aplauso de los demás, tenemos que ver, en quienes nos convertimos una vez que empezamos aquel proyecto, de cuando me empecé a preparar hasta el día en que culminara, independientemente del resultado obtenido. ¿Quién era antes y quien soy ahora?, ¿somos mejor de cuando empezamos?, o ¿esto termino por convertirme en quien no era y sobre todo en quien no quería?
Siempre es importante tener nuestra propia brújula, porque como seres humanos nos es muy fácil perder el camino, perder el enfoque, con tal de conseguir aquello que anhelamos tanto. Insisto, obtener aquello que a la vista de todos es lo mejor, no siempre es la recompensa justa o correcta a nuestro esfuerzo. Lo trascendente es ¿qué vamos a hacer y quienes vamos a SER, con todo aquello que ahora tenemos? Puede ser más habilidad en algo, puede ser mayor conocimiento en alguna materia, lo que sea que me ayude, y si eso nos brinda la oportunidad de compartirlo con el mundo si así lo deseamos.
Es muy fácil auto sabotearnos y pensar que no estamos a la altura de la circunstancia, pero antes de abrazar esas ideas, mejor salgamos a intentarlo y a demostrar que si podemos. Existe la posibilidad de que no lo consigamos, pero lo primordial es que no te quedes con las ganas de intentar. Hay que tener presente que no siempre se obtiene lo que se desea, pero no por eso se deja de luchar por lo que se quiere.
¿Eres suficiente? Estoy seguro de que todas las personas a tu alrededor te dirán que si, mejor pregúntate tú, ¿te sientes suficiente?
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