Una vez escuche una frase que la sigo recordando con mucho cariño: “con el primer ladrillo se construyen grandes edificios, con el primer paso se recorren grandes distancias”, yo podría agregar que con el primer escrito, uno puede llegar a conmover varias conciencias. Por lo menos eso me han hecho creer algunas lectoras y algunos lectores.
Tal parece que todo el meollo del asunto, está en empezar algo, debido a que contamos con muchos prejuicios inexplicables en apariencia del ¿por qué?, no nos atrevemos a iniciar aquello que tanto hemos querido por algún tiempo. Pueden ser muchas cosas, el temor al qué dirán, temor a fracasar, miedo también a no terminar eso que empezamos. Siempre nos decía un gran maestro que tuve en facultad: “echando a andar la carreta, se acomodan las calabazas”.
Tenemos como sociedad una idea muy incrustada, de que todo lo que comenzamos tenemos que finalizarlo. Pero no siempre tiene que ser de esta manera. En ocasiones empezamos algo con todo el ánimo del mundo, esperando que nos guste y resulta que no es así, no siempre resultan las situaciones como nosotros las deseamos, y está bien cambiar de opinión. Puede ser que simplemente no nos guste, no nos llene, o es momento de reconsiderar nuestras decisiones, debemos de tener presente que no todo tiene que ser tan cuadrado.
Se tiene mucho la idea que claudicar es sinónimo de fracasar, pero por supuesto que no es así, tenemos la opción de decir: esto no era lo que yo pensaba, al final de cuentas debemos buscar disfrutar de nuestro aprendizaje y nuestro crecimiento, tenemos el derecho de ya no querer, no importa que antes si y ahora no, que no se te olvide: todos tenemos el derecho a cambiar de opinión.
Considero que el verdadero error radica en continuar a pesar de que no deseamos hacerlo, y todo por cumplir, a veces con las expectativas de los demás, con las expectativas de quienes nos aman. En ocasiones también por cumplir con nosotros mismos, con algo que antes quería, y no me he detenido a reflexionar si en este momento lo sigo deseando. No nos permitimos darnos cuenta de que hay algunas circunstancias donde cambiar es la mejor opción, y eso está bien, es hasta sano, es parte de nuestra evolución como personas.
Con esto no quiero decir que seamos cómodos y una vez que las cosas se empiezan a poner difíciles, dejarlas y salir huyendo. Por supuesto que no, al contrario, es una invitación a la autorreflexión, al autoanálisis, de sí esto que estoy haciendo en este momento ¿es lo qué quiero o no?, a veces tomamos el camino pensando que nos gustará y resulta que no es así, entonces podemos modificar el rumbo siempre.
Empecemos por algo; por el primero paso, por ese primer ladrillo, por el primero libro, por la primera clase, con el primer acercamiento, por el primer escrito, por supuesto. No saben lo que me costó animarme a escribir, y tener la oportunidad de publicarlo en este medio, pero me atreví y aquí ando por las porras y ánimos que todas y todos ustedes, mis queridas y queridos lectores, me han brindado. Una vez que uno se atreve, créeme cuando te digo que el camino ya no se recorre solo. Permíteme insistir, en ocasiones lo único que necesitamos es comenzar, animarnos a dar ese primer paso, total, ¿qué puede pasar?
¿Miedo? El miedo siempre estará presente, pero no debemos permitir que nos inmovilice, ¿vergüenza? Más vergüenza nos dará el día que veamos, que no hemos avanzado simplemente porque no lo intentamos.
No nos enfoquemos en preguntarnos ¿qué dirán?, deberíamos de preocuparnos y ocuparnos de la pregunta, ¿qué diremos nosotros de nosotros mismos? ¿Cómo nos veremos al espejo? ¿Nos admiraremos o nos reclamaremos algo? ¿Cuál sería tu caso?
El momento siempre es ahora, no lo fue ayer, no lo será mañana, siempre será ahora. En el camino siempre nos encontraremos con personas que nos puedan ayudar u orientar. ¿Qué dices? ¿Empezamos?
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