Algunas veces, en la vida, estamos avanzando, física, sentimental, mental o incluso, espiritualmente hablando, llegamos a un punto de nuestra vida, pero quedamos atrapados en otro, ya sea por una experiencia que nos gustó vivir, o por algo traumático que llegamos a experimentar. La misma situación se presenta en las etiquetas que nos otorgamos a nosotros mismos, a menudo provenientes de quienes que nos rodean, y hasta cierto punto se comprende, es una forma natural que el cerebro tiene para identificar ciertos elementos. Nos repiten tantas veces algo que somos, que terminamos creyendo eso. Todas las etiquetas que te impusieron, e incluso las que aceptaste, pertenecen al pasado, porque la gran mayoría, somos cambios constantes.
Una vez leí un experimento social, donde alguien gritaba a un grupo de gente: “campeón”, “ganador”, “triunfador” “exitoso”, y muy pocas personas volteaban hacia quien lo gritaba, en cambio, se gritaba: “idiota”, “tonto” … Entre otros adjetivos descalificativos, y la gran mayoría de las personas volteaba. Es nos habla de autoconcepto que la gran mayoría tenemos de nosotros, y la gran mayoría no nos hacemos conscientes de ello. Pero una vez que lo tengas identificado, es importante preguntarnos: ¿en qué momento surgió? Y si es momento de cambiarlo.
¿Cuántos de nosotros nos quedamos en ese pasado, el cual identificamos cómo doloroso? ¿Nos quedaremos esa etiqueta para siempre? Es decir, ¿seguiremos siendo los tontos que en algún momento nos hicieron pensar que fuimos? ¿Seguiremos pensando que no merecemos amor? ¿Seguiremos sintiendo que no somos capaces de algo? ¿Seguiremos suponiendo que no nos merecemos esto o aquello?
No podré determinar cuál es tu etiqueta de autoestima, ¿qué opinas acerca de ti?, pero te invito a que la reflexiones y la encuentres, la que sea: esa persona a la que le fueron infiel, ese niño que abandonaron, esa niña que maltrataron, esa persona joven a la que engañaron, cualquiera que sea, en cualquier momento de tu vida. Pero ¿no consideras que es hora de modificarla?
Hace tiempo vi una imagen de esas que se comparten por Facebook en la cual se veía un caballo amarrado con una cuerda a una silla de plástico, totalmente suelta del suelo, y en la imagen decía: “para reflexionar; hay ocasiones en que las cadenas que nos impiden son más mentales que físicas. Reflexiona en las muchas ocasiones que te atan a nada y tú te la crees”.
Nos enfocamos en situaciones y cosas que ya no existen, incluso en personas que ya no son las mismas. Constantemente todos cambiamos, ya sea que queramos o no aceptarlo. Lo que en algún momento nos definió, probablemente ya cambió, no olvides también cambiar la forma en que vemos las cosas o incluso cómo nos vemos a nosotros mismos. No podemos concentrarnos en la rama quebrada cuando tenemos un bosque verde y esplendoroso.
Ponernos etiquetas en el inconsciente, marca o hace una historia que nosotros mismos narramos de nuestra vida, y si no las modificamos, esa historia seguirá repitiéndose; seguiremos siendo abandonados, engañados, maltratados, entre otros temas según los que tengamos registrados.
Ninguna experiencia, por muy agradable o desagradable que ocurra en nuestra vida, no nos va a definir para siempre. La vida es un proceso constante de transformación y, con ella, es imperativo que nos adaptemos, evitando vivir lo nuevo con las etiquetas del pasado, ya que esto nos llevará a encontrarnos con situaciones que ya no existen. Y tú, ¿dónde te quedaste?
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