En alguna ocasión leí, que somos el resultado de las decisiones que llegamos a tomar en nuestra vida, pero sobre todo de las que no tomamos a lo largo de la misma, de alguna manera, somos el cúmulo de todo aquello que elegimos. El resultado de lo vivido a través de nuestras elecciones, pero sobre todo de lo aprendido a través de ellas. Ahondando un poco en ello, hay investigaciones que sustentan que tomamos unas 35 000 decisiones y lo peor, es que solo somos conscientes del 1%, esto nos da como resultado que al día tan solo 350 veces elegimos de manera consiente, el otro 99% solo actuamos de manera instintiva, y va de por medio, nuestros prejuicios, sentimientos, emociones, estados de ánimo y lo aprendido con antelación.
Debido a esto, se dice que algunos genios han optado por simplificar las decisiones que toman durante su día con, día para no tener que malgastar energía ni enfoque en algo elemental como elegir que vestirse y que color de ropa usar. Hay quien comenta que Einstein así lo hacía, Steve Jobs y Mark Zuckerberg también lo hacen.
Podemos dividir el porcentaje de la toma de decisiones, pero lo que es una realidad es que el 100% de ellas, tienen que ver con nuestra historia. El color de ropa, indudablemente, irá encausada por nuestros gustos, si decidimos salir con alguien, tendrá que responder a ciertos parámetros que tenemos de las personas, ya sean conscientes o no, podría ser que la decisión no se tome de manera instantánea, pero en algún momento con anterioridad lo pudimos haber hecho. Tendrá que ver con nuestros juicios de valor y de moral que cultivamos en nosotros, con nuestras subjetividades de belleza y estética, y por supuesto nuestra línea de lo que para nosotros está bien y mal.
Es importante cada cierto tiempo realizar un viraje introspectivo, para poder saber de qué estamos hechos por dentro, y si eso que hemos construido de nosotros nos sigue funcionando o hay que hacer una actualización. Muchos de nosotros seguimos funcionando en automático atendiendo a una realidad que ya no es precisamente la nuestra. También hay que darle mantenimiento a nuestros pensamientos e ideas, a nuestras emociones y sentimientos. Necesitamos colar lo que ya nos sobra, para quedarlos solo con lo que determinemos de manera consciente que nos es funcional.
Por supuesto que será de cierta importancia elegir nuestros colores favoritos, pero lo más relevante es elegir; ¿qué tipo de amistades quiero a mi alrededor?, ¿con qué personas me voy a relacionar?, ¿a qué me voy a dedicar?, ¿con quién quiero pasar el resto de mi vida?, ¿a qué le voy a entregar toda mi energía y pasión?, ¿qué ideal voy a perseguir?, ¿qué sueño voy a conquistar?, ¿qué objetivo me voy a trazar?
No somos solo las decisiones que tomamos o dejamos de tomar, creo firmemente que somos el resultado de aquello a lo que razonamos, de aquello a lo que meditamos tan
profundamente que nos expone a dilemas verdaderamente genuinos, a los que todo ser humano se debe enfrentar.
Uno de los primeros ejercicios que podemos realizar para ser más conscientes de las decisiones es siempre preguntarnos ¿por qué decidimos esto y no lo otro? Será interesante las respuestas que nos pueden ir llegando, entre más escarbamos más nos podremos sorprender de lo que vamos a ir desenterrando, pero sin duda ayudará a entender por qué decidimos cada una de las cosas que podamos considerar importantes, por qué una vez despiertos no podemos culpar a otros o ser víctimas de las circunstancias. Una vez leí una frase de Neruda que decía, “no le echemos la culpa a nada ni a nadie, cada quien es lo que quiere ser”.
¿Somos entonces lo que decidimos ser? Si es así, ¿qué decides?
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