¿Te ha sucedido, qué vas a un restaurante, el cual te recomendaron, te lo platicaron tanto que por supuesto, creas una expectativa sobre los alimentos, y resulta que cuando te traen el platillo que pediste, y no está tan delicioso como lo esperabas? Esto se debe a que tenías una alta expectativa del lugar, y en ocasiones la realidad es diferente a lo que esperamos.

En alguna medida todos tenemos expectativas sobre las cosas, las personas, las relaciones, los sitios, entre muchas más situaciones que aquí podríamos comentar. Cuando llegamos a un nuevo empleo, las tenemos; cuando entramos a un nuevo curso, cuando conocemos a una persona, cuando empezamos una relación de cualquier índole, de amistad , de pareja , de negocios , siempre hay expectativas sobre ello.

Una expectativa es una esperanza de conseguir algo, o que algo sea acorde a nuestros intereses . La gran mayoría de las veces responde más a nuestras necesidades y carencias que a la realidad en sí. Es importante subrayar, que muchas son conscientes, otras no tanto. Siempre es fundamental explorar en nosotros, ¿cuáles son las expectativas que poseo y sobre qué o sobre quién las deposito? ¿Desde cuándo las tengo? ¿A raíz de qué se originaron? Pero lo más relevante de todo esto, es llegar al punto en saber ¿cuáles de ellas están apegadas a una realidad y cuáles no? Nunca debemos confundir, las ganas que tengo de algo con la posibilidad de que ello realmente suceda.

El tener expectativas no es malo, de alguna manera es una esperanza de algo que nosotros deseamos, de algo que nos gustaría que sucediera o algo que fuera de determinada manera, pero como lo dije, no son malas, lo malo es cuando las sacamos de proporción o como mencioné líneas arriba, están fuera de nuestra realidad.

Por ejemplo, si mis expectativas recaen en ser millonario, y no trabajo por ello, difícilmente será algo que se logre alcanzar y aun trabajando será muy difícil, pero ya por lo menos hacemos, por eso que anhelamos. Hay expectativas sobre las personas que también nos realizamos, como el hecho de que nos gustaría conocer a esa persona que me ame, y solo en nuestra imaginación existe esa posibilidad, sin darnos el permiso de ir y realmente dejarme amar.

El exceso de expectativas positivas siempre será dañino para nosotros, debido a que, si no se cumplen, nos desilusionamos, y muchas desilusiones, recaen en frustración. Pero también el exceso de expectativas negativas; cuando nos asimilamos malos en algo, cuando antes de intentar algo damos por sentado que nos saldrá mal, debido a que no somos buenos en ello.

Cuando iniciamos una relación también “sabemos” que terminará mal, porque es lo que pasa conmigo, que termino relacionándome, o confiando con personas que solo se aprovechan de mí. Esas son expectativas negativas, que están fundadas en experiencias propias y en ocasiones ajenas. Es ahí donde tenemos que llevar a cabo un análisis de nuestras ideas, pensamientos y emociones. Porque ni todo es tan bueno, ni todo es tan malo. Los resultados generalmente salen en función de nuestro enfoque, lo que somos atraemos.

La recomendación siempre es ser muy realistas a la hora de generar alguna expectativa, de algo o de alguien, ya sea positiva o negativamente. La mejor fórmula que podríamos tener, si es que hubiese alguna, es siempre tener una mentalidad abierta e intentarlo, no tan solo hacer como que lo intentamos, sino realmente trabajar desde nuestro interior para que las cosas sucedan y de esa manera ayudar o contribuir para que la realidad sea como a mí me gustaría que fuera.

¿Y tú? ¿Qué expectativas tienes? Pero, sobre todo, ¿qué estás haciendo para qué se conviertan en tu realidad?

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