¿Cómo te sientes para despedir el año? Supongo que mínimo ya sabes qué ropa te vas a poner y sobre todo de qué color vas a usar tu ropa interior, eso determinará la abundancia económica, tener suerte en el amor, o por fin concretar los sueños pendientes, o por lo menos en eso se enfoca la mayoría de las personas. Atribuimos a nuestros rituales de fin de año poderes sobre nuestra vida misma.

Hay una importancia que la mayoría de las personas le damos la celebración de un nuevo año. Hablamos de nuevos propósitos: los más comunes es cambiar nuestro físico, inscribirnos al gimnasio, “ponernos a dieta”. Hay quien toma medidas más drásticas y dice este año si me operaré alguna parte de mi cuerpo, ya sea para quitar, poner o remover, según sea el enfoque de cada quién.

También hay esos propósitos de crear hábitos en nosotros, como el de la lectura, el de generar agendas, ser personas más organizadas o ahora sí, por fin, ser más puntuales. Según nuestras necesidades. Como sugerencia con todo respeto a mis lectoras y lectores que saben bien que nunca lo hago, pero ya por la confianza en este momento si me lo permitiré. Te invito a que dentro de tus propósitos también tengas un enfoque hacia el crecimiento personal y emocional, entender nuestros sentimientos. Échate un viaje, pero dentro de ti, conócete, entiéndete, pero, sobre todo, amate. Sin olvidar el crecimiento espiritual cualquiera que sea tu creencia.

Estos últimos días del mes de diciembre, algunas personas hasta semanas antes de acabar el año, ya están pensando en todos los propósitos para el siguiente año, y está bien. La invitación es que no abandones esos propósitos en la primera quincena del año, mejor conviértelos en objetivos bien trazados, planes bien diseñados para que al finalizar el siguiente año seas una persona diferente, con más de ti en todos los sentidos.

Hagamos un examen de conciencia, ¿cuántos de los propósitos que te planteaste para este año si cumpliste? Pero esto no es para que nos sintamos mal, por no cumplirnos, la intención es reflexionar un poco en que no porque nos aventemos las 12 uvas al sonar la última campanada anunciando la llegada de un año nuevo, se nos va a conceder todo.

Los verdaderos propósitos no tienen fecha de caducidad, van más allá de un calendario, y no expiran cada 31 de diciembre, y eso mis queridas amigas y amigos es porque los verdaderos sueños son atemporales. Muchos de los propósitos planteados son más hacia afuera que hacia dentro, tienen que ver con lo que los demás esperan de mí. Es aquí donde tenemos que preguntarnos ¿qué quiero yo? Y de verdad respóndete, ¿qué quieres tú?

Por supuesto que no estoy diciendo que los propósitos sean malos, de alguna manera le dan un rumbo a nuestro camino, son un norte que nos ayuda a orientarnos, pero cuando de verdad nos enfocamos en ellos, cuando trabajamos para que lo que me propongo suceda, y todo se da a través de la acción bien premeditada.

No te enfoques solo en generar, consumir, producir, rendir, trabajar, enfócate también en tu crecimiento personal, en tu desarrollo emocional, en tu salud mental, en tu estabilidad sentimental, en tu expansión espiritual, no te olvides de eso intangible que hace la verdadera diferencia para tener una vida en plenitud.

Deseo que cierres este año con toda la alegría de tu corazón en compañía de tus seres queridos, y que recibas el año que viene con toda la emoción de las nuevas aventuras que nos depara la vida, deseo que el buen viento siempre sople a tus espaldas. Te recuerdo que tienes 365 nuevas oportunidades y de todo corazón deseo que las aproveches todas.

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