Imagina que estás subiendo una montaña caminando, y toda tu concentración se trata en llegar a la cima, que enfocas todas tus energías en alcanzar tu objetivo final. La concentración se enfoca en tus extremidades, en tus fuerzas, en la toma de agua adecuada, y, simultáneamente, en la capacidad de mantener las energías suficientes para descender. Esta tarea implica una visión completa hacia tu objetivo que de pronto olvidas observar a tu alrededor. Por algún motivo, se presta atención y se descubre que tienes una belleza excepcional por apreciar. Es posible que no puedas más que detenerte a contemplar por unos instantes; aprovechas para descansar, suspirar y tomar energías. Sin embargo, la vista es tan hermosa que decides capturar algunas imágenes que nos brinden testimonio de aquella majestuosidad que vamos a presumir en nuestras redes sociales.
Al estar tan concentrados en nuestros objetivos, nos olvidamos de las hermosas vistas de nuestra vida; como nuestra familia, nuestros amigos, nuestros seres cercanos que amamos y nos aman. A veces, nos olvidamos de disfrutar un poco más de lo que estamos haciendo, se nos olvida relajarnos y tomar aire. Es fundamental enfocarnos en nuestras metas sin olvidar u ocultar todas esas maravillosas experiencias que la vida nos ofrece. Es como los padres que trabajan tanto por brindarles un buen patrimonio a sus hijos, pero ni siquiera conocen sus emociones y su sentir. Suele ser bastante sencillo perder nuestro rumbo con cualquier distracción y en ocasiones ni nos percatamos del momento exacto en el que esto ocurre.
En ningún momento, se sugiere que se dejen las metas y nos enfoquemos exclusivamente en lo que nos agrada, sin embargo, en caso de que así fuera, cada uno somos responsables de nuestras decisiones. Lo que estoy diciendo es que debemos disfrutar más de nuestra “subida”, dicen que lo verdaderamente hermoso no es la cima, sino lo que uno aprende, lo que se ve, se vive y se siente mientras se va subiendo. En particular, ¿en quién te estás convirtiendo por alcanzar tus metas y objetivos?
Siempre es conveniente detenernos, sentirnos y saber cómo vamos, si lo que estamos haciendo realmente lo estamos disfrutando o solo es un pesar el subir en esa montaña llamada éxito o metas. Muchos dicen que la cima es fría y además sola, porque pocos están a tu lado. Por lo tanto, nos enfocamos en ir dejando personas importantes en nuestro camino. Hay quienes no lo lograron, o que simplemente decidieron no seguir subiendo, y nosotros abandonamos a esas personas a pesar de que son relevantes para nosotros.
Se nos vende tanto la idea y lo peor es que la compramos, que se tiene que decidir sobre una cosa u otra, o felicidad y plenitud o éxito profesional, cuando una no está separada de la otra. Hay una frase que dice: “si quieres llegar rápido, camino solo, si quieres llegar lejos, camina acompañado”. Verdaderamente, no creo, que tengamos que elegir entre una u otra, creo que se pueden las dos, pero eso sí, debemos tener en cuenta que a veces no se puede todo. ¿Tú qué te dispones a sacrificar por llegar a la cima?: ¿familia?, ¿momentos irrepetibles?, ¿qué quieres dejar a un lado, con tal de enfocarte en tu montaña? Ya que te respondas a esa pregunta lo que estás en disposición de sacrificar, ¿valdrá la pena? Una vez que obtengas aquello por lo que siempre luchaste, ¿será suficiente para ti?
¿Te preguntas si vale la pena? ¿Y por qué mejor no te preguntas si vale la felicidad? No podemos determinar si será beneficioso o no, al final la vida es un riesgo, mientras subimos esta montaña que hemos elegido, disfrutemos del paisaje, de las compañías y, sobre todo, sintámonos a nosotros mismos. Respiremos profundo y disfrutémoslo.
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