Durante los seis años que gobernó Andrés Manuel López Obrador, siempre culpó a Felipe Calderón por su falta de resultados en materia de seguridad: Que “la guerra de Calderón”, que “García Luna”, que “solo dio un palazo a lo tonto al avispero”.

Nunca asumió su responsabilidad de las 200 mil personas asesinadas durante su sexenio.

En un camino similar, el actual gobierno nunca reconocerá abiertamente que la estrategia de seguridad de su antecesor, de permanecer inmóvil ante las actividades criminales, fue un fracaso. Sin embargo, pareciera admitir que su actuar no funcionó al decidir cambiar su estrategia, lo que, definitivamente, es de celebrarse.

Espero que quede atrás la intención de maquillar cifras, como sucedió en el gobierno de la Ciudad de México, cuando pasaron las muertes violentas a otros rubros, disminuyendo así los homicidios.

Por ejemplo, durante la administración de Claudia Sheinbaum, durante cinco años, se colocaron 7 mil 500 muertes en el rubro de muertes no determinadas. Es decir, un promedio de mil 500 personas por año que nunca se supo de qué murieron, a pesar de que muchas de ellas tenían claros signos de violencia.

Una vez que llegaron los cuestionamientos y las críticas sobre el incremento de estos números, esta cifra pasó, de acuerdo con la reciente publicación de Inegi, de mil 545 en 2022 a solo 8 en 2023.

Otro caso es que las muertes violentas las cambiaron al rubro de accidentes y suicidios. Por ejemplo, la cifra de accidentes pasó de mil 549 en 2022 a 2 mil 819 en 2023. ¿Es casualidad que las muertes por accidente se dupliquen y las de homicidio se mantengan estables? Es pregunta seria.

A la oposición le interesa que funcione esta nueva estrategia de seguridad, no le apuesta al fracaso, pues sabe que es un grave problema que está afectando a todas las mexicanas y mexicanos.

Es claro que la llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos impactará en la aplicación de estrategia, pues ha exigido el combate frontal al crimen organizado y ha amenazado con imponer aranceles del 25% a productos que entren de México a ese país.

Tras estas declaraciones, de manera milagrosa, en las últimas semanas hemos visto que se han asestado fuertes golpes a los criminales: como el decomiso de una tonelada de fentanilo y la detención de cabecillas del crimen organizado.

De acuerdo con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, la estrategia Nacional de Seguridad Pública se basa en cuatro ejes: atención a las causas, consolidación de la Guardia Nacional, fortalecimiento de la Inteligencia y la investigación, y la Coordinación, características necesarias que también se han abordado en otras estrategias de seguridad.

Ayer se realizó el Consejo Nacional de Seguridad en Acapulco, Guerrero, en el que participaron los gobernadores y todos los secretarios de Estado, encabezados por la Presidenta de la República. Sin duda, un mensaje de colaboración que debe prevalecer durante este gobierno.

Celebro que la Presidenta esté mostrando que intenta poner fin al pacto de impunidad de su antecesor con algunos grupos de la delincuencia organizada.

Hago votos por que el cambio de estrategia traiga más resultados positivos, que en cada uno de los estados haya más colaboración sin importar a qué color pertenecen y que se siga promoviendo la inteligencia como pilar de este nuevo plan de seguridad. Los mexicanos merecemos vivir sin miedo.

Ciudadana

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