Sin duda tiene éxito. Son muchas las opiniones sobre lo que es populismo y sobre quien es populista. Dice la Real Academia de la lengua española resumiendo que “el populismo es una tendencia política que en base al maniqueísmo (buenos vs malos) pretende enfrentar al pueblo, visto como comunidad sana o gente buena y las élites consideradas egoístas o deshonestos”. He ahí pues que lo primero que hace un buen populista es utilizar los términos correctamente.
Mi idea es que independientemente de ser una tendencia política son un estado de ánimo, y por ello, viven de “las malas noticias o las necesidades”, el desempleo, la falta de oportunidades, la pobreza y la corrupción alimentan la base electoral e ideológica de los populismos. Todo lo que incremente la idea de una élite egoísta frente a un pueblo necesitado, funciona.
Francamente creo, que a la vista de los resultados el populismo es una excelente manera de acceder al poder, que nada tiene que ver con derecha o izquierda, si no con aprovechar las ganas de venganza del pueblo bueno, contra la élite egoísta. Venganza.
Con razón o sin ella, el populismo vive de solucionar, pero también de canalizar el enojo y la sed de venganza. Un estudio de la Universidad de Pekín de 2017 asegura que la emoción que más fácil se propaga es la IRA y lo mismo afirma Andrew Keen en el libro Internet no es la respuesta. Motivos para el enojo, le han dado de sobras al pueblo en todo el mundo, y los populismos lo han sabido aprovechar. Quien aprovecha errores, no puede ser blanco de críticas, a mi parecer.
El futuro de esos movimientos o tendencias políticas dependen de dos cosas, que la élite siga evidenciando las diferencias con el pueblo bueno, y que existan motivos que alimenten el enojo social. En España las expectativas electorales de PODEMOS se reducen a medida que crece el empleo y las oportunidades. La perversión del populismo está en mantener (con ligera mejoras) la pobreza y las necesidades, mientras son gobierno culpando al pasado de su triste presente.
Con razón o sin ella, ni todo gobierno llamado populista lo es por si solo, ni todo el populismo se posterga en el poder por defecto, depende de tener una oposición capaz de articular un discurso alternativo que pasa en la mayoría de los casos por un mea culpa. De no haber mea culpa de los predecesores, el populismo tiene en ese silencio, años de alimento para vivir en el poder.
Como afirma Almudena Grandes en LOS BESOS EN EL PAN, “los españoles habíamos aprendido a ser pobres con dignidad, nunca habíamos sabido ser dóciles”. Si la oposición es dócil, el populismo tiene ahí una puerta abierta a la perpetuidad.
Recuerden pues que el populismo llega, por la insensibilidad de los no populistas. La insensibilidad con ira se paga, el amor, con amor se paga.
Xavier Domínguez. Consultor político.