De acuerdo a la ONU, las armas se dividen en dos grupos: las convencionales y las de destrucción masiva. Las primeras son desde una pistola, rifle, ametralladora, hasta un tanque, submarino, bombardero, etc. Las segundas pueden aniquilar masivamente (a miles o millones de personas), y son de tres tipos: atómicas, químicas y bacteriológicas. Estas últimas emplean patógenos (virus, bacterias, rickettsias, etc.), y aunque son las más baratas de producir, son poco usadas porque, como son de organismos vivos, son difíciles de manipular, siendo peligrosas para el receptor y el emisor.

Bien sea que la actual pandemia de coronavirus fuera un acto deliberado contra China, se desatara por la fuga del virus del Instituto de Virología de Wuhan, o sea un fenómeno natural, de cualquier forma confrontamos una grave amenaza a la seguridad internacional. Como su poder destructivo es semejante al nuclear, se le considera “la madre de todas las amenazas.” La descomunal peligrosidad de una pandemia espontanea o provocada por una bioarma, solo ha sido estudiada en México por algunos internacionalistas, epidemiólogos y militares, que hemos incursionado en la temática de la seguridad internacional.

Obviamente no se espera que altos funcionarios del gobierno dominen un tema tan especializado que no atrae votos, pero sí que tengan conciencia sobre una de las principales amenazas existentes en el siglo XXI, que, de acuerdo al inciso 1 del artículo 3 de la Ley de Seguridad Nacional, es una amenaza a la seguridad nacional.

Por más exageradas que se consideren las medidas tomadas en 2009 frente a la influenza H1N1 o las de China en 2020, más vale que sobre y no que falte, pues se trata de vidas humanas. Italia e Irán no tomaron las previsiones indispensables, y están pagando las consecuencias de su negligencia. El Director de la OMS ha criticado la tardanza de muchos gobiernos para encarar la pandemia global, entre ellos el nuestro.

Conforme a la táctica presidencial de minimizar los problemas (como la falta de crecimiento económico, la inseguridad, el desbasto de medicamentos, los feminicidios, etc.), se ha empequeñecido la peligrosidad de la pandemia: no es tan grave, sigan abrazándose, estamos preparados, las pandemias no nos afectan, etc.. En el mismo tenor y sorprendentemente, el subsecretario Lopez-Gatell, siendo médico, afirmó que lo principal es la economía de las personas y no su salud y vida, e insinuó la inmunidad del presidente a causa de su “fuerza moral”(¿?). La 4T vive en la irrealidad, pues las prioridades objetivas del país no son las del presidente. Tiene -como Trump- una agenda populista muy personal, y refuta todo lo que distraiga la atención de sus prioridades.

Epidemiólogos de la superpotencia vecina admiten que no tienen capacidad hospitalaria para los más de 4 millones que se enfermaran. Pero en México afirmamos que estamos preparados para el descomunal desafío, siendo que se recortó el presupuesto de salud, se despidió personal y hay desabasto de medicamentos. Tan no tiene credibilidad la versión oficial, que antes de la fase crítica del contagio comunitario, hay escases de insumos, compras de pánico, y gobernadores y entes privados están tomando la iniciativa.

Esta nueva crisis se está saliendo de control como las que hemos padecido en un año: desabasto de gasolina, medicinas y fertilizantes, contaminación ambiental, inseguridad, feminicidios, huachicol, etc. Como irresponsablemente el problema se maneja con convenientes criterios políticos y no de tipo médico, sanitario y de derechos humanos, las consecuencias para la seguridad nacional serán muy graves.

Google News

TEMAS RELACIONADOS