Dialogando con Carmen Aristegui en su conocido programa televisivo respecto al Brexit aprobado en 2016, afirmé que ese absurdo retroceso evidenciaba que vivimos tiempos demenciales. No equivoqué el calificativo, pues la demencialidad siguió propagándose. Lo patentiza la proliferación de gobiernos populistas que van de la extrema izquierda a la extrema derecha, pero que tienen en común el acoso a instituciones, ideales, valores y principios democráticos que creíamos sólidos. Como a su naturaleza autoritarias estorban los datos duros de la ciencia y la academia, los contrapesos, la sociedad civil organizada, el imperio de la ley, la verdad, etc., manipulan astutamente la mentira y el engaño seductores, la oferta de ilusiones y quimeras, las fake news, las alternative realities, la posverdad, los otros datos, etc. Por ser el ocupante de la Casa Blanca el mejor ejemplo de esa demencialidad, nos encontramos en la “era de Trump”.

Trump ha hecho lo inimaginable y, peor aún, ha salido ileso. En tiempos de cordura, un candidato presidencial que tolerara, alentara o fuera cómplice de la injerencia extranjera para ganar las elecciones, sería enjuiciado por traición. Sin embargo, con la complicidad del Partido Republicano y el apoyo de fanáticos iletrados, Trump ha trasgredido, impunemente, normas éticas, morales y legales para saciar sus ambiciones y descomunal ego. El informe Mueller no pudo (o no quiso) acusarlo de coludirse con los rusos, pero afirmó que esos intervinieron en los comicios de 2016, y que no está exonerado de posible colusión. Si el pasado “Russiangate” dejo dudas de su aviesa conducta para ganar las elecciones, el actual “Ucraniangate” no deja ninguna sobre lo que es capaz para reelegirse. Pidió al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, realizar una investigación sobre el hijo de su principal contrincante demócrata, Joe Biden, ya que cuando fue vicepresidente de Obama, su hijo Hunter ocupó un alto puesto en la empresa estatal ucraniana de gas Burisma Holdings. Empero, como su torcida estratagema para golpear al rival, no solo involucra nuevamente a otro gobierno en los asuntos internos, sino que además presionó a Zelenski al retener la ayuda que se otorga a Ucrania (391 MD) por ser aliado contra Rusia, un funcionario de inteligencia (CIA) filtró la información a la prensa. Lo hizo porque Trump, con tal de reelegirse, está afectando intereses estratégicos del país. Ya en artículos anteriores destaqué que Trump, reiteradamente, ha demostrado que sus intereses personales privan sobre los nacionales. No es de extrañar, pues los populistas contemporáneos se comportan como los reyes o emperadores autócratas del pasado, reviviendo el megalómano dictum de Luis XIV: “el Estado soy yo”.

Confiando en que ahora sí contarán con pruebas contundentes sobre la antipatriota conducta de un presidente que invita a otras naciones a vulnerar la soberanía, los demócratas en control de la Cámara de Representantes han iniciado investigaciones que pueda conducir al juicio político del bizarro mandatario. Ello añade un elemento más a lo demencial de nuestra época.

De la misma forma que la democracia estadounidense fue durante mucho tiempo el modelo a imitar, hoy día EU pone el mal ejemplo de disfuncionalidad, debilidad democrática, irresponsabilidad populista, desprecio por la institucionalidad, políticas caprichosas y antipatrióticas, tendencias autoritarias, racismo, xenofobia, etc. que es emulado por muchos. Aunque ese estridente circo populista esté desviando la atención de los graves y urgentes problemas que confronta la humanidad –como el calentamiento global-, en cualquier forma el peligroso destino que nos acecha pronto nos alcanzará…

Internacionalista, embajador de carrera y académico.

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