Cada 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la alimentación un día para celebrar la diversidad de alimentos que tenemos, la diversidad de platillos y la cultura y tradiciones que gira en torno a ellos. Pero también, este día es un llamado de atención, un llamado para hacernos conscientes de que la alimentación tal como se lleva ahora, con grandes cantidades de productos ultraprocesados y la forma en que estos se producen está teniendo efectos negativos en el clima. Nuestro sistema agroalimentario y nutricional actual está ocasionando efectos negativos en el ambiente y contribuyendo al cambio climático.
Producir alimentos para una población humana creciente es parte del problema que enfrentamos, ya que la visión extractivista de la producción de alimentos industrializada ha llevado a las empresas a querer producir alimentos basados en monocultivos, con el uso del paquete tecnológico que implica el uso excesivo de plaguicidas altamente peligrosos como es el caso del glifosato y el uso de transgénicos. Con la intención de querer producir cada vez más alimentos para obtener mayores ganancias económicas, las grandes corporaciones productoras de alimentos han dejado de lado los costos ambientales de su producción, estos verdaderos costos, que muchas y muchos llaman externalidades, han llevado a la desertificación de los suelos, la contaminación del agua y a una gran generación de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Es momento de aprender a producir lo que necesitamos de manera que no sigamos destruyendo el planeta. Es tiempo de adaptarse al cambio climático, lo cual implica encontrar la forma de que todas las personas se puedan alimentar de una manera saludable a pesar del clima cambiante. Significa encontrar maneras de producir alimentos de una manera sostenible en la que se puedan preservar la naturaleza y los servicios ecosistémicos que ésta nos brinda para las futuras generaciones. Significa proteger a las personas más vulnerables y en pobreza alimentaria.
Hoy en día, las empresas y los legisladores en materia de alimentos buscan insistentemente un aumento en las tierras de cultivo como meta mundial. Esto en realidad oscurece el verdadero reto actual y futuro. Es necesario reflexionar sobre cómo usamos los alimentos que producimos. En un mejor sistema alimentario, los sistemas de ganadería ecológicos usarían los terrenos agrícolas y los recursos que no se necesitan para la producción de alimentos humanos y, al mismo tiempo reducirían drásticamente la cantidad de productos animales que elaboramos y consumimos en todo el país. Sin embargo, la distribución equitativa significaría que algunas personas puedan modificar y mejorar sus dietas.
Incrementar las cosechas irracionalmente, a cualquier precio y en cualquier parte del mundo, no es la solución. Es por eso que tenemos que adaptar la alimentación y la agricultura al cambio climático de manera que podamos ser capaces de tener autosuficiencia y soberanía alimentaria. Para aumentar la disponibilidad de alimentos en el mundo y lograr esa autosuficiencia y soberanía alimentaria, debemos reducir inmediatamente el uso insostenible de lo que cultivamos; disminuir el desperdicio de alimentos y el consumo de carne. Debemos lograr una agricultura en la que se utilicen medios ecológicos, es decir, optar por la agricultura ecológica o agroecología.
Optar por una agricultura ecológica libre de transgénicos y agrotóxicos, no solo nos ayudará a tener un sistema agroalimentario y nutricional que no sobrepase los límites planetarios y en respeto con la naturaleza, también nos brindará alimentos más saludables y suficientes para toda la población acercándonos a alcanzar la soberanía alimentaria. Gozar de un sistema agroalimentario y nutricional sustentable tiene que ver con el futuro, se trata de tener un planeta sano que pueda alimentar a la población mundial creciente y a las futuras generaciones.
Ante este panorama, se requiere de la voluntad y acción política para que este sistema agroalimentario y nutricional sea una realidad, es necesario que se prohiban los transgénicos y el glifosato hacia 2024 en México, tal como lo ha declarado el presidente Andrés Manuel López Obrador. Es urgente la publicación del Decreto Presidencial para la prohibición de transgénicos y glifosato para proteger la diversidad biocultural, el medio ambiente y la diversidad agrícola base de la cocina mexicana, que nos permita gozar de autosuficiencia y soberanía alimentaria en nuestro país.
*Viridiana Lázaro es especialista en Agricultura y Cambio Climático de Greenpeace México