A tan solo 8 meses que deje el cargo el Presidente sigue acaparando los reflectores, ni las campañas o candidatas han logrado la atención mediática que mantiene de manera central López Obrador. ‘La Mañanera’, la presentación del paquete de reformas, su último libro, son tan solo son algunas de las llaves de la puerta que construyó durante su gobierno para centralizar el discurso y con ello la agenda nacional. En México, guste o no, se habla de lo que el Ejecutivo disponga, la narrativa circunda en torno a sus declaraciones, ese fue el diseño de comunicación sexenal.
El fondo no es el dominio de lo público, sino el poder desbordado que exhibe sin contención que lo mismo le da enfrentar a las instituciones de la República que criticar a los líderes de otras naciones, de manera que la reflexión nos obliga a dudar si su sucesora, sea Gálvez o Sheinbaum, tendrán la fuerza para gobernar sin la influencia desmesurada del guía moral del morenismo.
La sombra avasalladora del populismo será la tarea, hay que desvanecerla, su intolerancia a lo diferente lo conduce a lo desmedido, su permanente búsqueda de la fractura en los equilibrios y el sometimiento de las estructuras ajenas a su control son tan solo ejemplos de la concentración del mando que seguirá controlando y difícilmente pretende heredar.
Con esa lógica son sus movimientos, sabe a quién debe encumbrar y sin pudor alguno lo hizo. A la milicia, su principal aliado, le entregó posiciones sensibles como Aduanas, Aeropuertos, Trenes, Medicamentos, Línea Área. Ahora va por la Corte intenta llevarla a la arena de su destreza, su campo de experiencia, la de la política. El razonamiento de su pretensión lo funda en que sea ‘el pueblo’ quien decida que mujeres y hombres deben de ocupar los cargos de la judicatura, cuando él sabe que las áreas técnicas de la administración deben de estar en manos de los mejores y estos no necesariamente son los más populares, lo que hay detrás de su dialéctica es la clara intención de sometimiento de Jueces, Magistrados y Ministros, los quiere a su modo.
Bajo la retórica de que quien aplique la ley debe ser electo, siendo ésta una de las funciones que requieren mayor conocimiento para ello, lo natural sería observar la misma razón para todo el aparato federal y entonces elegir al Secretario de Hacienda, al Gobernador del Banco de México, a los titulares de la Defensa, Marina y Fuerza Área y porque no al de Inteligencia. Es absurdo.
Las oclocracias son de paso, sin rumbo, que si bien convencen a las mayorías ya apostadas en el ejercicio terminan alejándose del ideal que los instaló quedando éste como una mera ficción discursiva, es el caso de la 4T. Si los pobres son primero ¿por qué sigue habiendo tanta pobreza? Si la tesis es cero tolerancia a la corrupción ¿por qué las acusaciones tan serias de que ésta sigue? Si el camino es abrazos y no balazos ¿por qué somos uno de los países más violentos del mundo?
La realidad es inobjetable, como cada seis años, se prometió y simplemente no se cumplió. Las acciones de López Obrador revelan el deseo de perpetuarse, de ser constantemente visto, al final el cargo fue temporal, el señorío es permanente, ser el núcleo del epicentro embriaga y esa no se corta ni se cura.
¿Podrá con ello la próxima Presidenta?