El balance de fin de año luce con números rojos, los asesinatos en masa la calamidad. Al margen de ese flagelo, en silencio, la 4T gesta la toma hostil de la Suprema Corte.

López Obrador alcanzó cinco lugares en el Alto Tribunal, de esos, dos marcaron distancia, Ríos Farjat y González Alcántara, ambos han votado con apego a la ley, no bajo instrucción, de ahí el reclamo presidencial de que no todos los nominados fueron leales.

Con la incorporación de Batres, sumada al bloque de Loretta Ortiz y Yasmín Esquivel, el Presidente tiene tres votos en el Pleno, si bien insuficientes, de ganar la elección Sheinbaum, en su sexenio, accederá a cuatro lugares más, debido a la conclusión obligada de los cargos de Luis María Aguilar Morales, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Alberto Pérez Dayan y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, llegando a siete espacios, suficientes para tener algo más que la mayoría, el control.

Lo pronosticado en un Estado democrático no implicaría tensión alguna, pero lo que estamos viviendo son acciones doctrinarias en los cambios; no interesa independencia, objetividad, ni mucho menos autonomía, sino la imposición del credo de quien manda. Si bien la ideología es inherente al ser humano, al final rige su quehacer, la Constitución establece los medios para evitar acciones lineales al dogma personal, razón de la toma de protesta, con ese acto se jura obedecerla, al margen de sus filias, incluidas las políticas. El régimen actual construye soportes anteponiendo las adeptas minimizando el orden fundamental, la pretensión es la permanencia transexenal. Lo sabe el Ejecutivo, muestra de esto fue la designación de Batres venciendo la oposición del Senado usando la llave que da la norma; ahora van por lo que les ofrece el tiempo, el dominio, sin necesidad de reforma.

La ruta es clara: Proponer personas íntimamente ligadas con la filosofía del mandatario, no hay impedimento legal para ello, eludiendo la emancipación, no quiere repetir la experiencia de los ‘rebeldes’, luego paciencia, a cada togado le toca su obligada jubilación. El desvanecimiento de la estructura de contención podrá superarse, la voluntad única prevalecerá, el quebranto de los controles está a unos años, el retiro de los ministros es un factor inevitable en la ecuación republicana, es una apuesta al tiempo.

Aún queda un periodo de resistencia, de privilegiar el balance impidiendo los absolutos que tanto dañan, como la corrupción y la violencia. Lo peor, el autoritario no la reconoce, ve a los contrapesos como enemigos no a convencer, sino a aplastar, cree ser titular de la verdad categórica, para luego dar paso a los excesos, a lo arbitrario.

No hay duda, la judicatura queda mucho a deber a esta sociedad reclamante de justicia, hastiada de la impunidad tolerada por buen número de jueces y magistrados sin escrúpulos que pululan sin pena alguna, pero el camino no es la subordinación de un poder a otro, sino el mejoramiento de las instituciones mediante procedimientos garantes de certeza, privilegiando la seguridad que da la aplicación por igual del derecho, también, castigando a los torcidos juzgadores.

Apropiarse de los poderes es acabar con la República, lo siguiente es la pérdida del país.

Abogado

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