El lunes, la fuerza laboral que le da sustento a la función judicial, paralizó actividades en casi la mitad de los circuitos del país. En un hecho inédito el patrón, en voz de la Ministra Presidenta Norma Piña Hernández, apoyó la rebelión llamando legítima la acción de los inconformes.

Recordemos que hace menos de tres semanas este selecto grupo de burócratas regresó de vacaciones, sin dejar de lado que son los únicos de la administración pública que toma su asueto de manera general, abandonando en exiguas ‘guardias’ la atención.

Las instancias federales ostentan un enorme rezago, hay miles de mujeres, hombres, niñas, niños, familias enteras, que a diario amanecen con la esperanza de que su juicio sea resuelto, morosidad que también afecta a centenas de operaciones mercantiles. Empresarios y comerciantes viven en la incertidumbre, es un lastre a la economía que se transforma en ‘riqueza muerta’ porque las cuestiones que se discuten no retornar a la circulación sino hasta años después de que el pleito es decidido.

Muchos hemos sido testigos de excesos del Estado, es un calvario lograr la protección de la Constitución. Procesos en los que ni por asomo se ve a los juzgadores quienes en su mayoría jamás llegan a conocer a los reclamantes, son empleados que se encierran en oficinas y les fastidia recibir a las partes. ¿Qué de la clase olvidada, perdidos, purgando condenas por delitos que nunca cometieron?

Esa es la razón por la que todos buscan el cobijo de la Suprema Corte, solo en los Ministros se confía y los atiborramos de trabajo.

Como litigante es común enfrentarse a sentencias ‘inverosímiles’, a Jueces de ‘consigna’, a ‘la venta’ de proyectos de resoluciones que se supone son secretas, a un sorpresivo ‘acomodo’ de casos en determinados juzgados.

Sí, se fueron, bajaron la cortina y colgaron un letrero en el que se lee: ‘disculpe las molestias’, sin darse cuenta de que pasaron a ser un eslabón más de la siniestra cadena alimentaria de la ilicitud, porque una justicia tardada no es justicia. Insensibles a su trascendente cargo, sin reflexionar sobre los estragos que causarán a la sociedad bajo la falsa creencia de que doblarán al régimen para que retire la iniciativa de reforma; por el contrario con sus actos la fortalecerán.

No es verdad que como héroes estén defendiendo la patria, seamos sensatos, su lucha es por sus privilegios, que por cierto, son ilusorios para el universo de los mexicanos.

No hay duda, tienen el absoluto derecho de pelear por lo suyo, pero la ruta que eligieron es equivocada. El veterano Magistrado Reynaldo Reyes Rosas puso el ejemplo: demandar para frenar la perversa enmienda. No contaba que sus pares, fieles a su tradición, desecharan la querella. La otra y definitiva es que el Tribunal Electoral declare la sobrerrepresentación. No le busquen, la solución está aún martillazo de distancia. Parece que les falta abogados a los que se dicen expertos.

Por lo pronto, sin ley la República se desmorona.

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