El Tren Maya es el proyecto más importante de infraestructura, desarrollo socioeconómico y turismo del gobierno de la “Cuarta Transformación”. Con éste se pretende incorporar al desarrollo al sur de México (AMLO, 2018). Sin embargo existen preocupaciones y preguntas a partir de la “poca información” (lo que denominaré como “proyecto”) que hasta hoy tenemos la mayoría de los mexicanos.
1. El proyecto será financiado en un 90% por capital privado. Esto significa que el principal proyecto de infraestructura del gobierno actual será prácticamente privado. Ante esto, surge el cuestionamiento de ¿cómo detener la voracidad del capital? ¿A caso vamos a vivir un capitalismo sui generis? No olvidemos que hoy en el gobierno hay hombres y mujeres que podrían acotar el avance indiscriminado (impacto ambiental, contaminación, despojo, explotación) sobre el territorio de la Península de Yucatán, pero no sabemos si el partido que gobierna actualmente, podrá conservar el poder en el sexenio siguiente (o en dos sexenios). Entonces, ¿se está pensando hacia el futuro?
2. El proyecto propone la creación de oportunidades laborales. Por supuesto que ante 30 años de abandono de las zonas indígenas y campesinas del sur por parte del Estado, lo cual ha generado un gran flujo migratorio, la propuesta es bienvenida. Sin embargo ¿qué tipo de empleos se crearán para los habitantes que son considerados de los más pobres de este país? Tenemos la experiencia de los Centros Integralmente Planeados, creados en los años setenta del siglo pasado (como Cancún), donde una parte importante de los habitantes laboran en los servicios, y no viven en las mejores condiciones. Por el contrario, se han creado dos ciudades con realidades muy diferentes, una de la “zona hotelera”, y otra de la “zona atolera”, como decía un estudiante de la UNICACH de Chiapas. ¿Cómo evitar esta experiencia?
3. El proyecto propone la creación de nuevas ciudades en las 18 estaciones del tren. Desde la perspectiva del Fondo Nacional de Fomento al Turismo , entidad responsable del proyecto, la urbanización es el camino al desarrollo. ¿En un territorio conformado todavía por más de 5 375 núcleos agrarios y por más de 25 pueblos indígenas distintos, la única visión de desarrollo es la de una modernidad centrada en la ciudad? De estos pueblos han surgido propuestas de alternativas al desarrollo basadas en sus modos de vida. ¿Cómo se les incorporará?
4. El proyecto propone respeto absoluto a los pueblos originarios. ¿Cómo se garantizará este respeto? El primer eslabón es la consulta indígena que debe ser libre, previa, informada y culturalmente adecuada a todos los pueblos afectados, no sólo en donde ya existe derecho de vía, ya que estamos ante un nuevo proyecto. Pero aquí hay un problema. Pareciera que el proyecto ya está decidido, incluso este año tuvo presupuesto público (5,800 mdp) y el próximo año también tendrá. Entonces ¿cuál y cómo será el respeto absoluto?
5. El proyecto propone proteger el patrimonio cultural. En los estados donde se construirá el tren hay 1 745 sitios arqueológicos registrados. La gran duda es ¿cómo se garantizará la conservación de esta herencia cultural, sobre todo -insisto- en el futuro, si se pretende incrementar el turismo (4 millones más)?
6. El proyecto propone asociar a los propietarios de las tierras. Alrededor de 170 ejidos serán afectados por el tren (además de pequeños propietarios), a quienes se les llama a no vender sus tierras, sino a incorporarse como socios mediante un Fideicomiso de Infraestructura y Bienes Raíces (FIBRAS) que cotiza como cualquier acción en la Bolsa Mexicana de Valores. ¿Qué pasará con las tierras ejidales de los ejidatarios? ¿Los responsables del proyecto les han comentado que aportando sus tierras (donde se construirá las estaciones, hoteles, centros comerciales, zonas habitacionales, entre otros), ya no se podrán recuperar “nunca”? Además ¿han comentado que en el mercado de capitales, donde cotizarán las FIBRAS, existen riesgos, y dado que una parte fundamental de la inversión es de renta variable, la inversión no está garantizada, e incluso podría perderse?
7. El proyecto del Tren Maya tiene como marco jurídico la Ley de Asociaciones Público Privadas. En su artículo 76, establece que son causas de utilidad pública, “la adquisición de inmuebles, bienes y derechos necesarios para la realización de un proyecto de asociación público-privada” (Cámara de Diputados, 2018), por lo que la expropiación está justificada. Frente a esto, ¿cómo se protegerán los diferentes territorios donde habitan los mayas desde hace más de tres mil años?
Estas son sólo algunas preocupaciones y cuestionamientos, de una historia que apenas comienza.
Departamento de Producción Económica, UAM-X