Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles: 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos. Ahora, los 11 jugadores se pasan todo el partido colgados del travesaño, dedicados a evitar los goles y sin tiempo para hacerlos”, escribió Eduardo Galeano en el libro El futbol a sol y sombra de obligada lectura.

Y aunque lo escrito por Galeano ya tiene sus ayeres, es cierto que en mucho sigue habiendo vigencia. La vistosidad en la búsqueda del gol ha sido castigada por el resultado y la tecnificación que, con la gente talentosa, es capaz de encontrar grietas en cada esquema.

Por eso, el gol cuesta mucho hacerlo. Y así ha sido históricamente: los jugadores mejor pagados y las transferencias más caras son las de delanteros, y después, las de los generadores.

Por mucho tiempo, nos han vendido la historia del resultado y todos en algún momento “hemos comprado” esta idea. Sin embargo, la idea de priorizar la portería contraria tiene que ver con valores, ideas y forma de entender y vivir el futbol.

Los partidos, todos, se resuelven por el que meta más goles. Incluso, si llegas a la tanda de penaltis, tienes que meter más goles que tu rival. Es la razón del juego, el indicador matemático, el factor clave para medir el éxito. Y es ahí donde las formas se bifurcan: algunos deciden ir con mucha decisión a generar la mayor cantidad de oportunidades, otros prefieren atacar de forma más pausada, otros evitar que les anoten para apostar por otra forma de encontrar el triunfo.

Goles son lo que queremos ver y, en lo personal, soy muy agradecido con aquellos que tienen esa visión y la intentan plasmar en la cancha. Claro, primero hay que ver si tienes al talento adecuado para hacerlo. La faceta defensiva tampoco se puede dejar de lado, debe estar al servicio de la idea principal.

Twitter: @vic

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