Sigo escuchando los discursos del “fraude” del pasado 2 de junio; van desde las justificaciones ya conocidas hasta teorías de la conspiración más complejas. Leo también explicaciones muy contundentes sobre lo que no se pudo explicar y ahora queda clarísimo. Fueron las transferencias. No, no, en realidad fue el voto oculto a favor de Morena. Pero no, fue más bien la intervención presidencial continua. Fue la intervención del crimen organizado. Resulta por lo menos curioso que en menos de una semana todo lo que no quedó claro en seis años de repente se haya vuelto claro y cristalino. No cabe duda de que nuestros propios sesgos acotan la forma en la que vemos el mundo.
Toca entender el país que ahora tenemos, el país que se eligió en las urnas. La ventaja de Claudia Sheinbaum fue de casi 20 millones de votos, prácticamente 60% del electorado votó por ella. Sí, todo lo descrito en el párrafo anterior sucedió: fraudes en casillas, voto oculto, millones de hogares recibiendo programas de transferencias, el presidente interviniendo todos los días en el proceso electoral, el crimen organizado irrumpiendo en el proceso electoral como nunca se había visto. ¿Eso explica los 20 millones de votos de diferencia? No lo sé. Lo dudo.
En estas líneas he mencionado en varias ocasiones el incremento menor del PIB per cápita que ha tenido la economía mexicana durante este sexenio: únicamente de 0.7% considerando las expectativas de crecimiento para este año, el menor desde al menos la administración de Carlos Salinas de Gortari.
Evidentemente el dato poco explica el resultado electoral del 2 de junio. ¿Qué puede darnos más información? La masa salarial —el total de lo que se paga como remuneración al trabajo— ha crecido por arriba de 30%, lo que explica en gran medida el rebote del consumo. Ahora, ¿cuál es la razón de este incremento? ¿Fue acaso el incremento del salario mínimo o los cambios regulatorios en materia laboral llevados a cabo por esta administración? Lo dudo. El mercado laboral sigue fragmentado y la tasa de desempleo —por más útil que sea para contar una historia— no es más que una métrica de la flexibilidad laboral explicada en gran medida por la informalidad. El crecimiento se ha debido, en parte, a la recuperación acelerada de la demanda de Estados Unidos por bienes manufacturados por México o por quien sea. ¿Es relevante para explicar el resultado electoral? Puede ser. Creo que quizás —más allá de los meros salarios— el incremento en el ingreso (que incluye transferencias y remesas, entre otros) sí explica más de lo que algunos se rehúsan a ver pensando solo en sus burbujas.
Las reconfiguraciones económicas posteriores a una crisis se pueden analizar mejor solo con el beneficio del tiempo. La restrospectiva importa. Hoy todavía no es posible dar esa explicación —apenas se están acomodando las aguas— pero ya hubo quien se adueñó de la narrativa. La ventaja del primer movimiento la toma solo un jugador.
Creo que México sigue teniendo enormes oportunidades en materia económica, pero el deterioro institucional está ahí. La acumulación de poder no es una meta que queramos perseguir. Con la configuración que se vislumbra del congreso, del territorio, de las fuerzas políticas locales, de lo escuchado directamente por la futura presidenta, no podremos llamarnos a sorpresa cuando no solo se apruebe el llamado “Plan C” sino todo lo que pueda ser aprobado en septiembre. Pero por eso se votó. Se votó por otorgar todo el poder. Ahora toca atenernos a las consecuencias. Toca entender.
@ValeriaMoy