Esta semana habrá decisiones de política monetaria en México y en Estados Unidos. El miércoles 18 la Reserva Federal probablemente hará su tercer —y último— recorte de tasa de interés del año que, según los estimados, sería de 25 puntos base para llevarla a un rango de entre 4.25% y 4.50%. En marzo de 2020, al inicio de lo que sería la crisis del covid y el freno económico que implicó, la Fed bajó la tasa a un límite inferior de 0%. Dos años después empezó a subir de forma gradual hasta llegar a 5.50% en julio del año pasado en el intento de detener el repunte inflacionario que vivía la economía norteamericana.

Por segundo mes consecutivo, los precios en Estados Unidos subieron en noviembre pasado. El incremento de 2.7% en parte puede haberse debido al bajo punto de comparación. A pesar de esta observación, la Fed estará impulsada a reducir por última vez en el año las tasas de interés en vista de algunas métricas de desaceleración en el mercado laboral.

Sin duda, la inflación tuvo un papel importante en las elecciones de noviembre pasado. El aumento en precios fue más “pegajoso” de lo que se podría haber anticipado y jugó un rol en el ánimo del electorado norteamericano. El presidente electo, Donald Trump, ha dicho muy en su estilo que bajo su mandato controlará el incremento en los precios y que pronto las compras del supermercado serán más baratas.

Sin embargo, los anuncios que ha hecho sobre las políticas que quiere impulsar van en sentido absolutamente contrario. Arancel es la palabra más más hermosa del diccionario en los ojos del pasado y futuro presidente de Estados Unidos, pero más allá de sus gustos él sabe también el impacto inflacionario que tendría aplicar ese vocablo. El incremento en los precios no será igual para todos los bienes, la magnitud del choque depende de un considerable número de variables. Trump sabe que infligiría daño sobre la competitividad de la economía, pero también sabe que el daño que haría a otros es mayor.

A pesar de que no necesariamente se ha percibido así, los salarios allá también han subido en términos reales. Los empleadores continuamente expresan que no encuentran la cantidad de trabajadores que necesitan en particular en sectores específicos. Las presiones salariales que podrían darse si el presidente electo implementa una política de deportación masiva tendrá un impacto en precios. En términos meramente económicos, los millones de personas que han entrado a Estados Unidos a lo largo de los años han suavizado, por decirlo de alguna manera, esa presión. Dudo que la razón tras una política migratoria de ese estilo se encuentre en la inflación, pero puede ser que su magnitud no sea aún correctamente dimensionada.

El punto de vista monetarista señala que la inflación es siempre un fenómeno monetario. Sin embargo, las fricciones de corto plazo en los mercados —incluyendo rezagos en los ajustes— hacen que la política fiscal también incida sobre los precios. Durante la presidencia previa de Trump el déficit público aumentó a pesar, incluso, de una economía que creció a lo largo de su cuatrienio.

Esta semana se espera una reducción de tasas en Estados Unidos, y otra por parte de Banco de México, pero por lo menos de aquel lado de la frontera se prevé un ritmo más lento para subsecuentes disminuciones derivadas de la incertidumbre que implica un segundo mandato de Trump. Serán días de recortes en tasas y seguramente también en expectactivas de crecimiento.

@ValeriaMoy

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