La página Our World in Data, esfuerzo colaborativo liderado por la Universidad de Oxford, ha dado seguimiento puntual a muchas variables que han permitido monitorear la pandemia de covid. El sitio se alimenta de fuentes oficiales y con la información ahí contenida vemos cómo ha afectado a diferentes países. Los gráficos interactivos permiten seleccionar las variables a analizar, el periodo y los países que queremos comparar. Más allá de lo amigable que es la página, su bondad radica en los datos que ofrece; nos libra de la paja de los discursos y nos deja ver los resultados del manejo de la pandemia en todo el mundo.
Desde los primeros meses de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud insistió en la necesidad de hacer pruebas. En marzo, su director general, Tedros Adhanom, decía enfáticamente “pruebas, pruebas, pruebas”. En México se optó por seguir otro camino argumentando, en aquellos meses que se sienten ya muy lejanos, que utilizaríamos el modelo centinela. Las comparaciones internacionales mostraron muy pronto cómo países con situaciones económicas mucho más complejas que la de México hacían más pruebas y nos rebasaban rápidamente. No son competencias, se atrevían a decir algunos en las redes cuando se evidenciaban tan dispares números. El modelo centinela se abandonó al poco tiempo, pero las pruebas siguieron sin llegar.
Otros países decidieron apostar a la realización de pruebas para poder identificar casos asintómaticos y cortar posibles cadenas de contagio. Estamos entrando al último mes del año y México sigue siendo uno de los países que menos pruebas hace. Olvidémonos por un momento de aquellos países cuyo sistema de salud queremos emular, Canadá y Noruega han sido mencionados. No solo estamos lejísimos de las pruebas que ellos hacen, 1.45 y 4.19 por mil habitantes respectivamente, sino que hacemos significativamente menos pruebas que países más cercanos a nosotros como Colombia, Perú y Ecuador (0.59, 0.20 y 0.19). Hacemos menos pruebas que Irán y que Iraq. México hace 0.09 pruebas por cada mil habitantes, un poco menos que Togo y un poco más que Bangladesh.
Entiendo que las pruebas son caras y en un país con una restricción presupuestal apretada los recursos se tienen que optimizar y se tienen que tomar decisiones con altos costos de oportunidad. Tendré que hacer un esfuerzo por tener eso en mente cada vez que recuerde los miles de millones de pesos que se están usando en los proyectos prioritarios del presidente. Se presupuestaron este año 41 mil 257 millones de pesos para Dos Bocas; para el año que entra serán 43 mil 556 millones. Para el Tren Maya se asignaron este año 2 mil 500 millones, que crecerán hasta 35 mil 084 millones para el año que entra. No es que no haya dinero para hacer pruebas, lo que hay son prioridades distintas.
Desde luego que las pruebas no son todo en la atención a esta pandemia. Debe haber una estrategia de contención y por supuesto una de atención hospitalaria. Pero el incremento en el número de casos y de fallecimientos de las últimas dos semanas han llamado la atención de la OMS. Ante la situación preocupante que se vive en México, su director general hizo el llamado que todos queremos hacer desde hace meses: sean serios. ¿Escuchará por una vez el gobierno?