Las condiciones con las que llegó este año sin duda habrían complicado cualquier escenario de reducción de pobreza en el país. Sin embargo, corremos el enorme riesgo de pensar que de acabarse la pandemia hoy o a principios del año entrante las cosas regresarían a una normalidad que nos permitiría mitigar la pobreza en México.

Hay muchas definiciones de pobreza. A lo largo de los años y con el pasar de las campañas, cada político o ideólogo ha hecho énfasis en la medición de pobreza que más haya convenido a sus intereses del momento. Y claro, si cuando hablamos de pobreza tenemos que especificar si nos referimos a la pobreza extrema, a la multidimensional, a la pobreza por ingresos, a la patrimonial o a la laboral, cada definición confunde a unos y aclara a otros. Ninguna de estas definiciones es perfecta y todas tienen algún problema, siendo el principal, desde mi perspectiva, la medición del ingreso de los habitantes de este país. Pero ese es otro tema que dejaré para otra ocasión.

Recientemente se publicó la ENOE a partir de la cual podemos obtener datos de ingreso y en consecuencia, de la pobreza laboral. Ésta mide el porcentaje de población que no puede adquirir, con el ingreso laboral de su familia, la canasta alimentaria básica cuyo costo publica el Coneval. El precio de esa canasta en septiembre de este año fue para las zonas urbanas 1,671 pesos por persona al mes, y 1,202 pesos para las zonas rurales, es decir, 6,684 pesos para una familia de cuatro integrantes en las ciudades y 4,808 pesos para una familia en el campo.

El ingreso laboral se refiere a aquél que proviene del empleo, del trabajo. No es la totalidad del ingreso que reciben las familias, representa alrededor de 65% del mismo, siendo compensando por remesas, transferencias gubernamentales y apoyos de otros miembros de la familia, entre otros. En el tercer trimestre de 2020, el ingreso laboral real disminuyó 6.7% respecto al mismo trimestre del año pasado. Es el ingreso más bajo desde el cuarto trimestre de 2017.

Con esta información es posible calcular la población en situación de pobreza laboral, misma que alcanzó en el tercer trimestre de este año un 44.5%, el porcentaje más alto desde que se tienen datos. Pero los porcentajes ocultan los millones y los números ocultan a las personas. Este porcentaje corresponde a 56 millones 620 mil 753 personas, 11 millones 402 mil más que las que se encontraban en esta situación a finales de marzo de este mismo año. Ese 44.5% es un promedio que oculta la situación dramática que se vive en estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, todos con porcentajes superiores del 60% en pobreza.

El presidente López Obrador tomó como estandarte la lucha contra la pobreza, Primero los pobres, fue el eslogan utilizado. Fundamental escuchar ese reclamo. Pero, más allá de la narrativa presidencial, ¿qué se está haciendo en ese sentido? ¿Se le avisó a la población más pobre de Tabasco que se inundarían sus pueblos resultado de una decisión? ¿Se les dio resguardo y seguridad? ¿Se les permitió salvar sus pertenencias? ¿Qué se está implementando como respuesta a la pérdida de empleo y a la precarización del salario derivadas de la pandemia? Creo, desafortunadamente, que serán preguntas retóricas. Ya conocemos la respuesta.

@ValeriaMoy

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