Hay pocas cosas más relevantes para que las mujeres puedan permanecer en el mercado laboral que contar con apoyo en el cuidado de sus hijos. Ese apoyo toma muchas formas: la propia ayuda de la familia, las estancias infantiles, las guarderías, y por supuesto, las escuelas. El programa Escuelas de Tiempo Completo daba a las mujeres más libertad en su participación laboral , entre otros beneficios. Cancelar esa iniciativa les cancela o complica el obtener un empleo.
En este gobierno, al programa lo habían ido matando de inanición. Poco a poco le quitaban recursos. En 2018 se le asignaron 11 mil 243 millones de pesos. Para 2020, solo contaba con 5 mil 100 millones. El anuncio reciente solo le da la estocada final e incorpora los recursos que tenía asignados al programa La Escuela es Nuestra.
Las escuelas de tiempo completo ampliaban el horario escolar. En entidades con jornadas escolares de tres o cuatro horas, el programa permitía horarios regulares de ocho horas. Ampliar el tiempo de los niños en la escuela permitió aumentar la participación laboral de las madres de familia en cinco puntos porcentuales , incrementar las horas que trabajan por semana y sus ingresos promedio en 36%.
Pero vayamos un poco más allá. En México no existe una red de seguridad social que permita que la población se mantenga sin empleo, por eso nuestra tasa de desocupación es significativamente menor que la de otras economías. La realidad obliga a que la gente tenga que salir a buscar ingresos de la forma en la que le sea posible, de ahí nuestras altas tasas de informalidad.
Para nadie es sorpresa la existencia de brechas laborales entre hombres y mujeres, pero en la informalidad observamos una brecha más. La informalidad es mayor en las mujeres: 54% de las mujeres que trabajan lo hacen sin derechos, sin prestaciones, sin cotizar a la seguridad social. Para los hombres ese porcentaje es 47%. La brecha salarial también existe. Una mujer gana 86 pesos por cada 100 que gana un hombre. Cuando las jornadas son de tres o cuatro horas es considerablemente más difícil para una mujer conseguir un empleo de mejor calidad y remuneración.
El programa Escuelas de Tiempo Completo también tuvo beneficios directamente observables en los niños. De acuerdo con un estudio de UNICEF , 67% de los niños beneficiarios recibían su primera comida del día en la escuela. Rafael de Hoyos , economista del Banco Mundial y experto en el tema, señala que con el programa se redujo la proporción de alumnos que no obtenía aprendizajes básicos y aumentó la proporción de alumnos que alcanzaba niveles altos de dominio. El impacto en los aprendizajes de los alumnos en escuelas de alta marginación era 30% mayor al efecto en otras escuelas.
Los beneficios eran evidentes. Hasta el momento, 14 entidades han señalado que financiarán el programa. Con las restricciones presupuestales que las entidades enfrentan, habrá que ver cómo se traduce esta intención en realidad. Incluso si ocurriera, es previsible que estados donde la marginación causa estragos serán los que no puedan sostener por sí solos este programa. La cancelación del programa de Escuelas de Tiempo Completo no solo afecta a los 3.6 millones de niños que se beneficiaban. También condena las mujeres a quedarse en su casa o a trabajar en la informalidad.
Cualquiera puede decir que encabeza el gobierno más feminista de la historia, pero cuando elimina prácticamente todos los pilares de apoyo a las mujeres, esa frase se torna vacía. Dichos huecos, nada más.