El jueves pasado se publicó el dato de inflación correspondiente a enero y horas más tarde se dio a conocer la decisión de política monetaria de Banco de México. A raíz de ambos eventos surgen algunas reflexiones sobre el impacto inflacionario en los bolsillos de los consumidores y sobre el rol del banco central.
La inflación de enero fue 7.91% en su comparación anual, ligeramente más alta de lo que esperaba el mercado. Es la inflación anual para un enero más alta desde 2001. En los meses recientes, la inflación más alta la vivimos en agosto y septiembre del año pasado cuando se ubicó en 8.7%. Después, octubre y noviembre tuvieron una inflación más baja, 8.41% y 7.8%, respectivamente, para volver a subir en diciembre y ahora en enero. Es decir, la inflación en México todavía no muestra evidencia de haber entrado ya en una trayectoria decreciente.
La inflación subyacente, ese subconjunto de la canasta que forma el INPC que se comporta bajo condiciones más de mercado que otros bienes, fue 8.45%, sin mostrar aún una tendencia decreciente.
Banco de México, hasta el momento, ha hecho lo necesario. Empezó el ciclo de alza de tasas antes que la Reserva Federal cuando la inflación ya mostraba indicios de ir al alza, incluso cuando todos hablaban de que era únicamente un fenómeno transitorio. La Junta de Gobierno del banco central leyó bien las señales y ha actuado, desde entonces, en consecuencia. Hizo lo propio el jueves con un incremento de 50 puntos base en la tasa de interés de referencia llevándola a 11% y sorprendiendo al mercado que esperaba un incremento menor a la par del de la Fed.
Si Banxico está haciendo lo correcto, ¿por qué entonces no vemos ya una disminución consistente en la inflación? ¿por qué el banco insiste en subir tasas —con el freno que eso puede implicar para la economía— si no logra estar ya en el rango objetivo? Los periodos inflacionarios tardan en ajustarse. El anterior, que empezó en 2017, duró 25 meses, terminó ya entrado 2019. El previo a ese tuvo una duración prácticamente igual, empezó en 2008 y terminó en 2010. El periodo actual podríamos considerar que empezó a mediados de 2021 y esperar, conforme a lo presentado por Banxico el jueves, que termine hacia el segundo trimestre de 2024.
La medicina es la correcta, pero es amarga. El aumento en el costo del crédito puede frenar la economía, aunque es cierto también, que el impacto es distinto en cada economía y estará, en gran medida, en función de la penetración financiera que exista.
Escucho a quienes sorprende que el PACIC no esté dando resultados. El INPC comprende una muestra de 120 mil 545 bienes y servicios que representan la canasta de consumo del mexicano promedio. El PACIC incluye solo 24 bienes en algunas de sus presentaciones. No se le puede pedir impacto a algo que no está diseñado para tenerlo.
La coyuntura actual premia al ahorrador y castiga al deudor por las altas tasas. Los ahorradores podrán conseguir instrumentos de deuda, públicos y privados, con tasas cercanas al 11%. Cuidado aquellos que tienen créditos con tasas de interés flexibles, ahí radica el amargor de la política monetaria restrictiva.
Coincido con el comentario del subgobernador Heath el viernes pasado. Lo mejor que Banco de México puede hacer para impulsar el crecimiento de México es contener la inflación. No solo es lo mejor, es también su mandato.
@ValeriaMoy