Pocos fines tan movidos en la Ciudad de México como el que acaba de pasar. La última semana de octubre se ha convertido uno de los periodos más complicados, caóticos, y disfrutables en la capital del país. Ninguna duda cabe de que es una ciudad cosmopolita, llena de actividades y atractiva para mexicanos y extranjeros. El movimiento llama la atención: hoteles llenos, turistas por doquier, restaurantes sin un lugar disponible, eventos culturales y deportivos; movimiento propio de la capital de uno de los países más grandes del mundo.
Pero algo está pasando en la Ciudad de México más allá de lo que alcanza la vista. Hay algo que no se mueve como podría o debería estarse moviendo. El potencial de la Ciudad no solo no se ha alcanzado, sino que muestra signos de rezago.
La Ciudad de México es la entidad que más contribuía al PIB del país; usualmente la producción de la capital rondaba el 16% de todo lo producido en México. Al sumar el Estado de México, por su colindancia, la producción de la ciudad y de su entidad vecina representaba una cuarta parte del PIB nacional. De ahí la importancia económica de la Ciudad de México: su dinamismo impacta el del país. Ahora que está de moda el mundo automovilístico, si el PIB del país fueran las cuatro ruedas de un coche, el PIB de la capital más el del Estado de México, representaría una de las mismas.
La semana pasada se publicaron datos relevantes del crecimiento económico de las 32 entidades del país. No se trata con precisión del PIB de cada estado, dato que es difícil calcular, pero sí indicadores proxy de la actividad económica. Con esa información del segundo trimestre de 2022 es posible saber que de los 32 estados, 20 entidades ya recuperaron el nivel de producción que tenían antes de la pandemia, es decir, hace más de dos años al compararla con la producción del primer trimestre de 2020. Tabasco es el estado que más pronto se recuperó, pero, evidentemente, es un caso atípico, siendo políticamente correcta. La construcción de la refinería de Dos Bocas ha ocasionado una derrama resultado del gasto público que explica el crecimiento –profundamente atípico— de ese estado que llevaba años contrayéndose en términos productivos.
Pero más allá de casos curiosos, como el tabasqueño, llama la atención la Ciudad de México. La actividad económica de la capital –con todo su dinamismo, eventos, alebrijes, festivales, fórmulas uno, ocupación hotelera y demás— no solo no ha logrado recuperar la producción que tenía hace más de dos años, sino que se encuentra en la posición 31 en términos de recuperación económica. Los datos del ITAEE del segundo trimestre del año muestran que la actividad económica de la CdMx está a 91.5% de lo que estaba antes de la llegada del covid. Es decir, de 10 pesos que producía la ciudad antes de la pandemia, al segundo trimestre de este año estaba produciendo 9.15.
En materia de empleo formal, en marzo de 2020, la Ciudad de México aportaba 3,435,535 del total. Los datos más recientes, a septiembre, muestran que los empleos formales de la CDMX son 3,397,330; menos empleos de los que existían hace más de dos años y medio. No podemos todavía hablar de creación de empleo, seguimos hablando de una recuperación que aún no llega.
Algo pasa en la Ciudad de México. A pesar de esa vibra cosmopolita y dinámica que se percibe en muchos rumbos de esta ciudad, los datos muestran una realidad distinta. La Ciudad está rezagada. El potencial existe, pero algo frena su crecimiento. Si queremos que el país crezca, habrá que quitarle ese freno a su capital.
@ValeriaMoy
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, planes para el fin de semana, Qatar 2022 y muchas opciones más.