El más reciente incremento del salario mínimo es una buena noticia. A partir de enero del año entrante los trabajadores que perciban su ingreso en función de salarios mínimos verán un incremento de 20% en sus percepciones. En la frontera norte el salario mínimo pasará de 260.34 pesos a 312 pesos diarios, un incremento de 1,584 pesos al mes. En el resto del país el incremento será de 1,052 pesos mensuales, llegando el salario a 207 pesos al día.
Es relevante el incremento que se ha dado en los últimos años. El salario mínimo en 2018 era 88.40 pesos. Con el aumento anunciado en días recientes el incremento nominal de los salarios ha sido, desde 2018, de 253.6% para la zona fronteriza y de 134.30% para el resto del país. El incremento real, es decir, ya quitando la inflación que ha sido particularmente alta este año, es de 190% para la frontera y 93% para el resto del país (con los datos más recientes). No hay nada que regatearle a esta medida, pero sí es importante entender sus implicaciones y sobre todo, sus límites.
Empecemos quizás con la duda más evidente: ¿cuánta gente gana el salario mínimo? La secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, señaló que la medida beneficiaría a 6.4 millones de trabajadores. Los datos disponibles no son tan claros. Por un lado, tenemos el registro del IMSS del empleo formal. De los más de 21 millones de trabajadores registrados ante el Seguro Social, únicamente 47 mil 284 reportaron ganar hasta un salario mínimo en octubre de este año. Por rangos de salarios, la mayor parte de la población ocupada en el sector formal reporta ganar entre uno y dos salarios mínimos, aproximadamente 12 millones de trabajadores.
Esos datos, a pesar de ser registros administrativos, tampoco reflejan la realidad con precisión porque una práctica común entre los empleadores es registrar a los trabajadores con un salario menor al que verdaderamente perciben, pagándoles otro tipo de compensaciones. Además, aunque los registros del IMSS señalen los ingresos en rangos de salarios mínimos eso no significa que los contratos laborales, en sí, estén referenciados a esa unidad, por lo que de darse aumentos en el mínimo no necesariamente se ajustarían los contratos en esa proporción.
Por otro lado, tenemos la ENOE, que reporta que 18.3 millones de trabajadores ―formales e informales― ganan hasta un salario mínimo. Con datos más específicos de esa misma encuesta podemos saber que de las personas que reportan ganar hasta un salario mínimo y además manifiestan tener prestaciones laborales son 4.2 millones de personas. La enorme diferencia entre los registros administrativos del IMSS y la ENOE puede venir por personas afiliadas a otro tipo de seguridad social, como ISSSTE, o pueden ser un reflejo del subreporte de ingresos propio de la encuesta.
Cuando hablamos del gran logro que ha sido aumentar el salario mínimo en esas proporciones quizás nos gana el entusiasmo y olvidamos que la mayor parte de la población ocupada lo hace de manera informal, es decir, no tiene acceso a ningún tipo de prestación, ni salario mínimo, ni vacaciones, ni seguridad social. Olvidamos también que, dentro del sector formal, la fijación de salarios no se da en función de salarios mínimos.
No regateo la relevancia de que se haya incrementado el poder adquisitivo de quienes perciben ingresos en función del mínimo. Pensar que eso va a cambiar la realidad laboral del país, es otra historia. Ahí, la oferta y la demanda llevan mano.