El manejo sanitario de la pandemia en México ha sido desastroso. Bajo cualquier métrica, el desempeño del país en el manejo del covid-19 ha sido terrible. Los adjetivos son necesarios. Con los datos disponibles, pensaríamos que el manejo de la crisis económica derivada de la sanitaria, también ha sido inadecuado, pero sería más preciso decir que ha sido casi inexistente. Pocos momentos en la historia reciente de México han hecho la ayuda del gobierno hacia el sector productivo —trabajadores y empresas— indispensable. Este era el momento.
El secretario de Hacienda difiere. El 13 de enero, Herrera subió un video a su cuenta de Twitter con el objetivo de “socializar la lógica de la respuesta mexicana ante la pandemia”. Ahí nos explica cómo el virus pasó de Asia a Europa y después a América, sugiriendo que esos meses que nos dio el coronavirus de ventaja los usamos para ver las políticas públicas aplicadas en los países afectados antes que nosotros. Esos países, sugiere Herrera, ya tenían tasas de interés muy bajas, incluso negativas en términos reales, lo que hacía que, por un lado, la política monetaria fuera menos efectiva, pero por otro, que la posibilidad de endeudarse fuera más viable para esas economías. Desde muy pronto quedó claro, añade el secretario, que esas medidas no podrían aplicarse en México.
Herrera menciona el apoyo que se dio a través de la reestructura de miles de créditos. El apoyo del que habla el secretario lo dieron los bancos mediante el otorgamiento de periodos de gracia en el pago del capital y los intereses de los préstamos. Hacienda y la CNBV hicieron los cambios regulatorios, desde la perspectiva contable, que le permitieron a los bancos hacer las reestructuras. No fue un apoyo fiscal, fue un apoyo del sector bancario.
El secretario de Hacienda nos recuerda el programa de un millón de créditos por 25 mil pesos que implementaron entre la secretaría de Hacienda, la de Economía y el IMSS. En realidad hubo dos programas similares, uno para empresas formales y otro que incluía a las empresas sin registro en la seguridad social. El primero no se aplicó en su totalidad por las restricciones del propio programa. El FMI registra un monto utilizado de 36 mil millones de pesos en ambos.
Adicionalmente, el secretario cuenta como apoyo fiscal los alrededor de 50 mil millones de pesos que se asignaron adicionalmente al sector salud para mejorar su equipamiento para la atención de la pandemia.
A pesar de hablar de miles de millones de pesos, el apoyo fiscal que ha dado México ronda el 1% del PIB. Un reporte de Moody´s muestra que, de 84 países analizados, México ocupa el lugar 83. Solo por arriba de Uganda. No sugeriría la posibilidad de un apoyo como el alemán o el japonés, pero México tenía espacio fiscal para hacerlo mejor. Mucho mejor. Podría haber reasignado recursos o aprovechar su acceso al mercado internacional de crédito en condiciones favorables. Optó por no hacerlo. Optó por seguir tirando recursos en Pemex o por seguir la construcción de obras con poco sentido económico y social. Optó por no escuchar las advertencias internacionales frente a la magnitud del caos que traería el virus.
México optó por dejar a su suerte a sus ciudadanos. De verdad, secretario, ¿cuál apoyo?