Si nos remontamos a hace 22 años cuando llega la aclamada alternancia política con el triunfo del panista Vicente Fox a la presidencia de la República, durante su mandato se pensaba que aniquilaría las viejas estructuras y los lastres de la corrupción que por años habíamos sufrido los mexicanos en la época priista; pero al final resultó que no. Después llegó Felipe Calderón en 2006, quien entró por la puerta de atrás de la Cámara de Diputados para asumir la banda presidencial por un acuerdo entre las fuerzas políticas del Partido Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional, una imagen que ensució la arena política.
Después, en 2012 ganó el priista Peña Nieto, quien consiguió la presidencia de la República vía previamente la conquista de la tierra del grupo Atlacomulco, en momentos donde su partido tenía un número importante de gubernaturas.
El sello de su sexenio fue la corrupción donde ejemplos sobran: tenemos por ahí al joven maravilla Emilio Lozoya Austin por el caso Odebrecht, o la estafa maestra. Cansados los ciudadanos de esto, vieron la oportunidad de acabar con varios lastres y así llegó en el 2018 a la presidencia Andrés Manuel López Obrador.
Las elecciones de hace ocho días nos dejan muchas lecciones, una de ellas son las derrotas en Hidalgo y Oaxaca que se suman a las heridas de varias gubernaturas que viene arrastrando el PRI desde el año pasado. En los últimos 4 años, el PRI perdió más de diez gubernaturas, más el Estado de México que seguramente perderá el próximo año, como lo anticipé en mi columna publicada en este espacio el día 15 de mayo del año en curso, titulada: “El Grupo Atlacomulco en terapia intensiva”.
Antes del 2018, el PRI tenía las siguientes gubernaturas: Campeche, Colima, Coahuila, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas, dando un total de 14, ahora solo tiene tres: Coahuila, Durango y Estado de México.
Morena antes del 2018 no tenía ninguna, después de cuatro años (2022) tiene 20 que le arrebató al PRI, PAN, PRD y dos más si contamos las que obtuvieron sus aliados de PVEM y PES. Los números no se equivocan independientemente de las preferencias electorales de cada quién.
Poco a poco, el partido de los dinosaurios, como se le ha referido entre analistas y la población, sigue padeciendo de la onda de choque del meteorito que cayó en 2018, llamado Andrés Manuel López Obrador, como hace miles de años aconteció en Chicxulub, al noreste de la península de Yucatán. No cabe duda de que la amenaza de exterminio se siente hoy más que nunca en el edifico de Insurgentes Norte sede del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Así que no fue ni Vicente, ni Felipe, quién está exterminando al PRI, es el meteorito llamado “Andrés”.
@UlrichRichterM
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