En estos tiempos los políticos se reciclan y otros resucitan, giran en la rueda de la fortuna de la política, un día están arriba y otro abajo, más aún, si mal les va hasta la prisión pueden llegar.

El 18 de marzo, en su último discurso de gran relevancia, el presidente Andrés Manuel López Obrador revivió a un candidato o corcholata más, ya sea para la Presidencia de la República o para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; me refiero a Lázaro Cárdenas Batel. La figura principal de ese mensaje estuvo centrada en un nombre, Lázaro Cárdenas, con doble efecto: el abuelo y el nieto.

En el citado discurso hizo una analogía entre la 4T y el Cardenismo. Allí dejó el mensaje: que no procederá como el general Cárdenas, quien, a su parecer, cometió el error de favorecer la sucesión de Ávila Camacho en lugar de apoyar al también general Francisco J. Múgica, con quien tenía una mayor afinidad ideológica y representaba la continuidad de su proyecto de transformación, como pudiera ser hoy Claudia Sheinbaum Pardo o Adán Augusto López.

Al soslayar que aquí no hay que “zigzaguear”, el Presidente le dio un nuevo espaldarazo a Claudia Sheinbaum y a Adán Augusto López, quienes en este escenario serían equiparables a Múgica, frente a un Marcelo Ebrard que aparece como el Ávila Camacho.

Así que, si bien es cierto, los más beneficiados por su discurso fueron Claudia Sheinbaum y Adán Augusto. Pero también mencionó a un bateador emergente para competir en la CDMX, ya que desde Palacio se perfila a Rosa Icela Rodríguez, actual secretaria de Seguridad Pública. Un plan “B” podría ser Lázaro, así que, en el tenor de estas festividades de Semana Santa y Pascua, el Presidente levantó a su excoordinador de asesores de la mesa de Palacio cuando muchos analistas consideraban que se encontraba en el ocaso de su carrera.

Lázaro Cárdenas Batel estudió Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e Historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia, de 1983 a 1988, y fue diputado federal de 1997 a 2000.

En el citado año fue elegido Senador de la República por el estado de Michoacán. En 2001 ganó la gubernatura de ese estado, concluyendo en 2008.

Lázaro cuenta con una de las mejores marcas en la política mexicana: su padre Cuauhtémoc y su abuelo Lázaro han hecho historia en nuestro país.

Se ha ido a la CELAC, un organismo de diálogo y concertación política articulado que trabaja sobre la base del consenso. Así que Lázaro podría resucitar en unos meses y aparecer ante las urnas de los mexicanos.

Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro “Los filósofos en la era tecnológica. Los pitagóricos de hoy”.

@UlrichRichterM

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