En el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador se creó una institución: la Guardia Nacional, misma que tiene como objetivo realizar la función de seguridad pública a cargo de la Federación y, en su caso, colaborar en las tareas de seguridad pública que corresponden a las entidades federativas o municipios.
Son fines de la Guardia Nacional: I. salvaguardar la vida, integridad, seguridad, bienes y derechos de las personas, así como preservar las libertades; II. contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social; III. salvaguardar los bienes y recursos de la Nación, y IV. llevar a cabo acciones de colaboración y coordinación con Entidades Federativas y Municipios.
Hoy que son tiempos de participar, como lo he expuesto en esta columna, entré al proceso para elegir al Fiscal General de Justicia de la Ciudad de México, mismo que aperturó el Consejo Judicial Ciudadano, donde diversos ciudadanas y ciudadanos hemos participado, cuyos nombres son: Anaid Elena Valero Manzano, Bertha Alcalde Luján, Fernando Moreno Caballero, Francisco Javier Rodríguez Espejel, José Alejandro García Ramírez, Mario Alberto Martell Gómez.
Dentro de las etapas definidas en el procedimiento está la evaluación de control de confianza y evaluación médica, etapa que se lleva a cabo por el personal de la Guardia Nacional. Así que acudí a dicha institución.
Me he llevado una grata sorpresa en mi experiencia con la Guardia Nacional. Sin divulgar los pormenores podré comentarte que esa instancia trabaja como un reloj. En la forma puedo mencionar que los funcionarios de la Guardia Nacional trabajan en cada detalle en las pruebas que practican, su imagen de respeto y pulcritud, además están perfectamente uniformados en negro y blanco, su trato con la gente es amable y empático; claro, manteniendo una disciplina en todo momento e invitando a los sustentantes a guardar la disciplina que amerita, no sólo los aspirantes que tomamos parte del procedimiento del Consejo Judicial Ciudadano, sino todos los integrantes de otras instituciones o corporaciones de seguridad pública del país, que también acuden a realizarse dichas pruebas.
Y de fondo puedo constatar que las evaluaciones fueron con un rigor suficiente, acorde con la materia para la que son indispensables, respetando siempre los derechos humanos; su duración fue de veinticinco horas de exámenes constantes realizados en dos días, durante las cuales pasé por médicos, sociólogos, psicólogos, investigadores y analistas, que mostraron profesionalismo al estar bien capacitados para realizarlas. Es muy gratificante poder experimentar en carne propia la manera en que opera una institución de ese talante y, más, ser testigo que funciona de una manera eficiente, para una tarea que siempre ha sido tema de interés de la sociedad. Siempre será significativa la experiencia personal para generar el concepto propio.
Enhorabuena por este tipo de instituciones y por tener un personal eficiente, ojalá varios organismos lo tomaran como ejemplo. Así es que participando siempre se aprende.
Además de ello, podría sugerir una iniciativa, que todos los servidores públicos de alto nivel que no están en cargos que impliquen el tema de seguridad pública o de la justicia, también se le practiquen estos exámenes. No estaría nada mal, por el bien de México.
Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales. Autor del libro “De la protesta a la participación ciudadana”.
@UlrichRichterM