Al inicio de la semana, Palacio Nacional se convirtió en el punto neurálgico de un acto político del presidente Andrés Manuel López Obrador, siendo este la reinauguración del emblemático recinto parlamentario que había permanecido cerrado desde 1972, pero su historia se remonta a casi 200 años cuando albergó en 1872 al Congreso Constituyente. En dicho recinto parlamentario se expidieron entre otros documentos el Acta de Reforma de 1848 y se juró la Constitución de 1857.

Esta ceremonia estuvo llena de un simbolismo político y también mítico, ya que este salón de estilo neoclásico tiene en la parte más alta una figura conformada por un ojo en medio de un triángulo, con láminas que simulan rayos. La historiadora Carmen Saucedo señaló en dicho evento que dicho símbolo: “representa al Dios como autor de la naturaleza, que vigila las leyes, es un Dios más filosófico, es como un deísmo y que también retoman los masones; recordaran que también lo usan, de tal manera que se vuelve un símbolo polisémico, entonces aquí está vigilando el que hacer de los legisladores”.

La figura comentada también aparece en el anverso del billete de un dólar de los Estados Unidos. Entre los egipcios, el ojo era símbolo de un dios supremo, Osiris, o el Sol.

En esta reinauguración otro de los simbolismos fueron los invitados: la jefa de Gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum Pardo; el Canciller Marcelo Luis Ebrard, el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López; el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna; la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller y la senadora Olga Sánchez Cordero, presidenta de la mesa directiva del Senado de la República.

Señala el reconocido historiador Robert Lomas: “El símbolo es un medio pictórico que evoca un concepto en su totalidad. Elude al intelecto y le habla directamente al corazón. Mientras que nuestro intelecto analiza, nuestro corazón sintetiza. El símbolo apela a la comprensión sin la necesidad de la información verbal.”

A través de los símbolos, los seres humanos han expresado sus ideas más abstractas. Estudios científicos modernos concluyen que las personas tenemos reacciones emocionales innatas a los símbolos en general. De ahí que los maestros artistas, arquitectos, y políticos buscan imprimir de simbolismo sus obras o actos, así que el inquilino de Palacio Nacional sabrá algo de los secretos y misterios del citado recinto para haber llevado como invitados especiales a sus aspirantes a sucederlo.

Así que como señala la historiadora Saucedo que el ojo del recinto vigilaba a los legisladores, existe otro que vigila el actuar de los políticos. Me refiero al ojo ciudadano.

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Autor del reciente libro “Los filósofos en la era tecnológica. Los pitagóricos de hoy”.
@UlrichRichterM

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