Para ganar este tipo de partidos también hay que tener suerte. —Ancelotti. (Entrenador del Real Madrid)
El título de esta columna te podrá parecer sin ninguna vinculación, pero te sorprenderá cómo la clase política se parece al fútbol. En efecto, tomo como punto de partida lo que ha sucedido en la Champions League y el emblemático equipo merengue. Me refiero al Real Madrid y sus tres remontadas que lo han llevado a disputar la final el próximo sábado 28 de mayo en Paris, enfrentando al Liverpool.
El entrenador es sin duda el símil de un líder político: sin liderazgo no hay triunfo. El equipo es la otra parte del triunfo, pues si no hay un buen equipo o el mismo no juega bien, no podrán obtener el triunfo.
Así, por ejemplo, con el equipo me refiero al gabinete de un líder político, o en el caso de México, el gabinete presidencial. En el gabinete se necesita un delantero como Benzema que meta goles y un guardameta como Thibaut Courtois que pare todos los proyectiles del equipo rival. Llevando esta analogía al plano político, ¿quién en el gabinete presidencial sería Benzema y quién sería el portero?
En las conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido un jugador universal. Por ejemplo, en distintas ocasiones, ha jugado el rol de delantero metiendo goles, tal fue el caso en esta semana con el acuerdo con los empresarios contra la inflación; pero muchas veces ha fungido como portero parando los errores que su gabinete comete.
Los cambios que realizan los entrenadores de acuerdo con su estrategia deben de funcionar; así por ejemplo en el reciente partido de la semifinal entre los equipos de fútbol Real Madrid vs Manchester City, el entrenador del Real Madrid, Ancelotti, hizo varios cambios a 20 minutos de la terminación del juego, uno de ellos fue el delantero Rodrygo Silva, quien en 80 segundos metió los goles del empate que les dio la vida y oxígeno para llegar a tiempos extras, después Benzema anotó un penalti que les dio el triunfo.
Así vemos que en el equipo de AMLO se han hecho pocos cambios, uno de ellos le ha servido eficazmente como su operador político, me refiero a Adán Augusto López Hernández. Es evidente que hacen falta algunos cambios más en el equipo, donde hay jugadores que ya no gozan de la simpatía de la afición e incluso del dirigente.
Sin duda alguna, la experiencia futbolera como en la política cuenta mucho para sortear vientos adversos. Como ejemplo de ello, vemos al canciller Marcelo Ebrard que ha recibido zancadillas no solo del equipo contrario sino de su propia banca, como también el jugador Ricardo Monreal.
No debemos de perder de vista que el árbitro es fundamental para darle legitimidad al juego o a la contienda política, incluso el Tribunal Electoral podría ser el Video Asistencia Referí (VAR), es decir la revisión en televisión por parte del árbitro de las jugadas dudosas, que incluso llegan a anularse o a marcarse los penaltis.
El entrenador del Manchester City, Pep Guardiola, es un claro ejemplo de que teniendo un partido ganado lo perdió en tan solo ochenta segundos, minuto 90 y 91 del juego; debido a que la estrategia de los cambios le sirvió más a Ancelotti.
Es así que como en el fútbol, en la política la estrategia cuenta y los cambios también. El presi dente ha puesto en la cancha a los jugadores Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto; pero buscando colocarse por las bandas está el experimentado Ricardo Monreal.
Por ello, el equipo opositor debe estar preparando su estrategia para que, en su momento, presente a su mejor equipo y compita por la silla presidencial. Es clave que los jugadores demuestren en la cancha la pasión por su camiseta y los aficionados en las gradas. Así que en la política como en el fútbol, lo más importante es y será: el amor a la camiseta, el amor por México.
Abogado y activista, maestro en Ciencias Penales
@UlrichRichterM