Ayer, 25 de noviembre, la Ciudad de México se unió al llamado de las Naciones Unidas para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que nos convoca a reflexionar y sobre todo actuar frente a una de las más graves y persistentes violaciones a los derechos humanos.

La violencia contra mujeres, adolescentes y niñas no es un fenómeno aislado, sino la expresión extrema de un sistema tradicional de roles de género que las coloca en situación de vulnerabilidad. Según las Naciones Unidas, la violencia contra la mujer incluye todo acto que cause daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, pero este problema no se limita al maltrato físico; se extiende al feminicidio, la violencia sexual, el acoso en sus múltiples formas, la trata de personas, la mutilación y el matrimonio infantil. Estas violencias afectan su salud, educación, empleo y bienestar, perpetuando ciclos de exclusión y pobreza. Las mujeres indígenas, migrantes, con discapacidad o en contextos de crisis humanitarias enfrentan aún mayores riesgos, resultado de múltiples opresiones que el sistema no ha sabido ni ha querido erradicar.

En el marco de esta conmemoración, las Naciones Unidas han compartido datos alarmantes que reflejan la magnitud y diversidad de la violencia de género en el mundo. Según sus estimaciones, 736 millones de mujeres han sufrido violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida, siendo las adolescentes las más vulnerables, ya que una de cada cuatro ha sido víctima de abuso por parte de su pareja. La violencia de género facilitada por la tecnología, que afecta especialmente a mujeres jóvenes de la generación Z y millennials, alcanza cifras que oscilan entre el 16% y el 58% a nivel global. En contextos de conflicto, guerra y crisis humanitarias, el 70% de las mujeres enfrentan esta clase de violencia, mientras que prácticas como la mutilación genital femenina han mostrado un preocupante aumento del 15% en los últimos ocho años. Estas cifras, más que números, son historias de vidas truncadas y ante esta realidad, no podemos ser neutrales ni omisos, porque neutralidad frente a la violencia significa complicidad. Por ello, desde la Fiscalía, entendemos que garantizar justicia para todas las mujeres implica también prevenir la violencia desde las raíces y por ello, hemos asumido con seriedad la tarea de investigar con rigor y perspectiva de género cada denuncia, acompañar a las víctimas y fomentar una cultura de respeto e igualdad. Nuestra labor no solo busca sancionar a los responsables, sino también proteger a las víctimas en todo momento y circunstancia. Pero la eliminación de la violencia de género no será posible sin la participación activa de toda la sociedad. Las instituciones públicas tienen el deber de actuar con contundencia, pero la transformación debe ser colectiva, con la prevención como eje central. Deconstruir el machismo, cuestionar privilegios y promover una ética del cuidado y la solidaridad son pasos esenciales para construir una sociedad distinta, donde las mujeres puedan vivir en libertad.

La construcción de una sociedad justa, igualitaria y verdaderamente democrática exige garantizar que mujeres y niñas vivan libres de cualquier forma de violencia. Desde la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, nos sumamos al llamado global bajo el lema #NoHayExcusa, reafirmando nuestro compromiso con la justicia social y la erradicación de todas las estructuras que perpetúan la violencia.

Encargado de despacho de la FGJ-CDMX

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS