La reciente incursión de embarcaciones chinas en la zona económica exclusiva (zee) de Vietnam está elevando marcadamente la tensión en el Mar de China meridional, y ha generado duras reacciones no solo de Hanoi, sino de Estados Unidos y otras naciones.
A inicios de julio de 2019 la embarcación china de prospección petrolera Haiyang Dizhi 8 incursionó en la zee de Vietnam en el archipiélago Spratlys (Nansha en chino y Truong sa en vietnamita) al noreste de Vanguard Bank -ocupado por Vietnam-, una zona a menos de 200 millas náuticas de la costa vietnamita. La incursión fue escoltada por supuestos barcos pesqueros (en realidad milicia marítima bajo las órdenes de la Policía Armada Popular) y por embarcaciones de la Guardia Costera China, ahora bajo el comando del Ejército Popular de Liberación. Entre las embarcaciones de escolta está la nave 3901 de la Guardia Costera, una de las más grandes del inventario chino con 12 mil toneladas de peso. A pesar de que esta incursión inicial terminó a finales del mes de julio, nuevamente en agosto regresaron a la zona económica exclusiva de Vietnam buques chinos, incluyendo el propio buque Haiyang Dizhi 8 luego de visitar la nueva base naval china de Fiery Cross Reef en las Spratlys.
Al parecer, el objetivo principal de esta incursión fue interrumpir las labores de exploración petrolera que Vietnam lleva a cabo con la petrolera paraestatal Rosneft. Asimismo, para inicios de agosto, la grúa Lan Jing partió de la ciudad costera de Zhanjiang en la provincia sureña de Guangdong y arribó el 3 de septiembre a la zona marítima de la provincia vietnamita de Quang Ngai, en la región centro sur de ese país. Los dos incidentes, en su conjunto, han tensado al extremo las capacidades vietnamitas de patrullaje marítimo y han puesto de manifiesto que China ha decidido alterar radicalmente el statu quo ante en la región.
Estos dos incidentes forman parte de una serie de esfuerzos de China para impedir la explotación de sus propios recursos marítimos en la zee de Vietnam; En 2009 China denunció la solicitud presentada conjuntamente entre Vietnam y Malasia ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental para expandir su plataforma continental más allá de las 200 millas náuticas con fines de explotación económica. Cinco años después, en 2014, China envió la plataforma petrolera móvil Haiyang Shiyou 981 de la empresa petrolera China’s National Offshore Oil Corporation (CNOOC) a aguas dentro de la plataforma continental de Vietnam, y más recientemente, en 2018, las presiones del gobierno chino lograron que Hanoi cancelara un contrato por un valor de 200 millones de dólares con la petrolera española Repsol para la exploración del subsuelo marino en el litoral sur de Vietnam. Más aún, las presiones no han sido únicamente contra Vietnam, sino contra otras naciones con reclamaciones en la región: desde 2013 fuerzas marinas chinas han patrullado Luconia Shoals, en disputa con Malasia, y desde finales de 2018 -seis años después del grave incidente en Scarborough Shoal entre personal chino y filipino- milicias marítimas chinas han hostigado a personal filipino en Thitu (Pag-asa) Island.
Si bien China y las naciones de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) firmaron en 2002 la Declaración de las Partes sobre el Mar de la China Meridional, en la que se comprometen a mantener la paz y estabilidad, las recientes acciones de China contradicen completamente el espíritu de su firma. Por un lado, Beijing ha mostrado su interés por mantener una relación amistosa con sus vecinos. En junio de este año, durante su intervención en el Diálogo Shangri-La del IISS, el ministro de Defensa chino, general Wei Fenghe, se mostró a favor de promover la prosperidad y estabilidad, la coexistencia pacífica y la política del buen vecino. Sin embargo, las acciones realizadas entre julio y septiembre del año demuestran que Beijing está interesado en avanzar en lo que considera sus derechos soberanos, seguridad e intereses de desarrollo, a expensas de los otros actores involucrados. En particular, la decisión de China de no reconocer el fallo de la Corte Permanente de Arbitraje en julio de 2016 en el que, entre otros puntos, no reconoce la demarcación de nueve líneas entrecortadas de todo el Mar de la China Meridional como aguas bajo “derechos históricos” de China, pone en entredicho la disposición de Beijing por respetar normas internacionales aceptadas por la comunidad internacional.
Sin duda, estas recientes acciones chinas en la zee de Vietnam llaman la atención de la comunidad internacional, y las reacciones en contra de tales actividades en el área incluyen ya las denuncias de Estados Unidos, los países europeos y muchas naciones más. En Europa, Francia, Alemania y el Reino Unido emitieron una declaración conjunta a finales de agosto anunciando la preocupación de que las tensiones entre Beijing y Hanoi puedan desencadenar inseguridad e inestabilidad en la región, y mostraron su interés por la aplicación universal de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, documento jurídico que establece el marco dentro del cual todas las actividades en océanos y mares, incluido el Mar de la China Meridional, deben sujetarse. Estados Unidos, por su parte, continúa denunciando la actitud de China en la región marítima como inaceptable y contraria al espíritu de la libertad de navegación, y celebró en septiembre su primer ejercicio naval conjunto con tropas de países de ASEAN. Mientras tanto, se espera que Washington continúe ordenando Operaciones de Libertad de Navegación de forma regular en la región marítima.
¿Qué medidas ha de tomar Vietnam para enfrentar su propia limitada capacidad de vigilancia marítima, así como esta disparidad de fuerzas y de capacidad de gasto militar con China? Considerando que Vietnam gasta 5 mil millones de dólares al año en sus fuerzas armadas frente a los 200 mil millones que eroga China y una desventaja proporcional en el número de aeronaves y embarcaciones con China de alrededor de 1 a 10, el reto es construir asociaciones con otros países, incluyendo Estados Unidos, Rusia, Australia, la Unión Europea, Japón, e incluso Sudáfrica. Con ellos Vietnam habrá de firmar nuevos acuerdos de defensa al tiempo que continúa con su programa de modernización militar. Mientras tanto, en el plano diplomático, Hanoi habrá de ampliar la campaña de denuncias de acciones chinas en sus litorales en diversos foros internacionales, principalmente en las Naciones Unidas. En 2020 Vietnam formará parte del Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente, y se espera que Hanoi aborde el tema de los recientes incidentes en el Mar de la China Meridional. En momentos en que Filipinas parece acercarse a acuerdos de explotación de recursos junto con China en zonas en disputa y que tanto Brunei como Malasia no presentan actualmente un activo frente contra las reclamaciones territoriales en esta vasta región marítima, Vietnam debe evitar convertirse en la prueba de China para demostrar sus capacidades civil-militares de coerción y dominación progresiva no solo en los archipiélagos del Mar de la China Meridional en disputa, sino en la propia zona económica exclusiva de Vietnam, reconocida internacionalmente por el Derecho del Mar.
Programa de Estudios Asia Pacífico, ITAM
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