Entre el 8 de abril y el 2 de junio, se realizaron 15 vuelos desde China con equipos e insumos médicos comprados por el gobierno mexicano para hacer frente a las necesidades del sector salud ante la pandemia que ha dejado ya un saldo de más de 17 mil muertes y 146 mil infecciones en el país. Estas actividades de transporte, gestionadas por la empresa de aviación Aeroméxico, es parte del puente aéreo acordado entre los dos países desde Shanghai -y recientemente desde la sureña ciudad de Shenzhen- y la Ciudad de México. En abril pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador mantuvo una conversación telefónica con el presidente Xi Jinping coincidiendo en la necesidad de fortalecer este intercambio y la cooperación en las áreas de la lucha anti epidémica y la salud pública, así como para impulsar un desarrollo profundo de las relaciones bilaterales en general, compromiso asumido por los cancilleres Marcelo Ebrard y Wang Yi cinco días después.
Sin duda, este puente aéreo representa un gran acierto para la administración actual, a pesar de que todavía está pendiente que el gobierno federal informe a la ciudadanía los detalles de estas compras dentro de un marco de transparencia, ya que, a pesar de que Presidencia emitió un comunicado el 29 de mayo con información detallada sobre este puente, aún se desconoce a detalle el precio y fechas de entrega de todos los insumos y equipos comprados y por comprar. El pasado 10 de junio el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) ordenó a la Secretaría de la Función Pública (SFP) revelar esta información, sin que hasta el momento la dependencia encabezada por Irma Eréndira Sandoval la haya entregado.
Esta “diplomacia de la mascarilla” emprendida por China con México refleja diversos intereses de cada uno de los dos países a corto, mediano y largo plazo. En el futuro inmediato, para México esta cooperación le permite diversificar las fuentes de adquisición de equipos e insumos médicos. A pesar de que nuestro país es potencia en la exportación de dispositivos médicos -octavo en el mundo en 2019- la actual pandemia ha dejado al descubierto la falta de ventiladores, cubrebocas y kits de prueba para cubrir la creciente demanda del sector médico público y privado. Si bien fabricantes estadounidenses han cubierto pedidos por más de 800 ventiladores a México -por gestiones directas entre el presidente López Obrador y Donald Trump-, lo cierto es que el precio de los productos chinos es más competitivo y han sido la alternativa a las restricciones de venta de insumos desde Estados Unidos. Para China, este puente aéreo, al igual que otros ya tendidos con países latinoamericanos como Argentina, ayuda a mejorar su imagen ante las críticas de que no hizo todo lo necesario al inicio de la pandemia. Sin duda, China agradece a México el respaldo sobre las medidas que dice tomó para informar a la Organización Mundial de la Salud sobre el origen de la pandemia, tal y como lo señaló el canciller Ebrard durante su comparecencia virtual con la Junta de Coordinación Política del Senado de la República a finales de mayo.
A mediano y largo plazo, esta nueva diplomacia puede coadyuvar a relanzar la cooperación concreta bilateral, empantanada ante la percepción creciente de que la actual administración es más cercana a Washington a expensas de sus socios asiáticos y por el escepticismo del sector empresarial chino. En junio de 2019, durante su visita a Beijing, el canciller Marcelo Ebrard acordó con su homólogo chino Wang Yi fortalecer la Asociación Estratégica Integral bilateral y decidieron establecer una hoja de ruta para los próximos cinco años a fin de que las dos naciones aprovechen al máximo el potencial económico y comercial, y para consolidar la cooperación en las áreas de educación, ciencia y tecnología, innovación y relaciones culturales. Desde hace un año.
A nivel regional, la cooperación entre México y China puede ser un ejemplo a seguir entre Beijing y las naciones latinoamericanas. México es particularmente importante para el gobierno chino en tanto que este año nuestro país encabeza la presidencia pro tempore de la Celac: la diplomacia sanitaria servirá de modelo en el futuro de la agenda del Foro China-Celac.
Probablemente el tema más relevante a largo plazo sea una mayor vinculación económica con México, tema que China recalca y que México maneja con mucha cautela. Tanto Qiu Xiaoqi, pasado embajador de China ante México, como su actual predecesor, Zhu Qingqiao, han mencionado el interés de China por invertir e incluso por firmar un TLC. Ahora, el gobierno mexicano parece particularmente receptivo. La Secretaria de Economía, Graciela Márquez, anunció la semana pasada que México está evaluando la posibilidad de entablar negociaciones con China para la firma de un acuerdo de libre comercio, aunque reconoció que todavía es un tema muy complejo.
Habrá que ver si las coincidencias de China y México en la escena internacional -su postura contra el unilateralismo, el proteccionismo y a favor de una gobernanza global justa-, y la actual coyuntura de esta diplomacia de mascarilla, son suficientes para sobrepasar los enormes obstáculos internos desde el sector privado -por ejemplo el rechazo del sector del calzado y textil-, la realidad del enorme déficit comercial que tenemos con China, o la naturaleza excluyente de nuestra integración comercial con China dentro de la inminente entrada en vigor del T-MEC (en cuyo artículo 32.10 nos ponen un fuerte candado para un TLC con China). Es ahora, sin embargo, cuando la emergencia sanitaria obligará a los dos países a salir de su zona de confort y a proponer esquemas de cooperación en otros sectores aparte del sanitario que sean aceptables a las necesidades de nuestro país, a los compromisos con nuestros socios de Norteamérica, y a la ahora más necesaria diversificación geográfica.