Tonatiuh Herrera Gutiérrez

No volver al futuro. Pulcritud y transparencia en el proceso

Tonatiuh Herrera
16/06/2023 |07:26
Tonatiuh Herrera Gutiérrez
autor de OpiniónVer perfil

Tenemos errores y virtudes. Más grandes unos que otros y, si no podemos cambiarlos, depende de la coyuntura cuales serán visibles. Son varios los problemas históricos de conducción política del presidente.

Un estilo personal que aglutinó fuerzas dispersas después del reflujo electoral de 1994, pero que ha deslegitimado y desactivado otras formas, instancias y personas en la decisión y conducción de la vida partidaria del PRD y de MORENA. Es un problema de fondo que ha hecho que algunas decisiones fueran casi definitivas:

A) El alejamiento de Cuauhtémoc Cárdenas de la dirigencia el PRD que fue compensado luego con su liderazgo.

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B) La decisión de profesionalizar en cada elección estructuras paralelas a las instancias partidarias, lo cual maleó a las bases con cierto pragmatismo aprovechado a la larga por las tribus del PRD de NI, IDN, ADN y el Foro Nuevo Sol.

C) Dejar en manos de los chuchos la estructura del PRD para despejar la candidatura presidencial en 2006 y 2012.

D) Desmovilizar y agotar la fuerza del movimiento después de la elección de 2006 en un plantón pensado con ese fin. Sólo el mal gobierno de EPN y la tozudes permitió revivir el movimiento.

E) Las elecciones locales dejadas a merced de tribus o decididas a favor de impresentables. Sin solución a la fecha e igual que como ocurría en el PRD.

Algunos errores tuvieron solución, otros se administraron y otros persisten. Ahora no todo está resuelto en el proceso de selección presidencial. Falta democracia interna e institucionalidad. Entre las virtudes del presidente que han permitido superar los errores se encuentran la constancia y la movilización permanente, pero esas no son las armas necesarias para evitar problemas en esta coyuntura. La decisión de corregir descansa hoy en una dirigencia que debería romper con sus hábitos y creer en su papel de guía ética del proceso. Entre más se sostengan en esta línea menores serán los problemas. Si se alejan se harán bolas rápidamente.

1.- Todo parece indicar que Claudia Sheinbaum será primero candidata de MORENA y luego presidenta de la república.

2.- Ante esta realidad Marcelo Ebrard puede no aceptar un resultado que atribuya al apoyo del presidente.

3.- Con todo el cuestionamiento que tiene, si llega la fractura Monreal no ira con Ebrard, podrá pactar la candidatura de la Ciudad de México.

4.- Casi destruidos el PRI y el PAN, MC cobrara los réditos de esperar y no sumarse a ellos. Su cacique sólo puede ganar. No la presidencia, pero si ser la oposición real y sumar una fracción de la población con posiciones críticas a los gobiernos de MORENA que esperan quien las aglutine.

Nada de lo planteado es deseable. Pero la dirigencia nacional de MORENA, los reyes de las soluciones habituales, volvió a lo mismo. ¿Qué observamos?

1.- Entre las bases surgen incipientemente pugnas e insultos a menos de una semana de iniciado el proceso. Entre la burocracia dorada la guerra es con panfletos.

2.- La vergüenza de imponer una Mordaza no resistió un día. Bien por dar de baja en los hechos una disposición contraria a los derechos individuales, acorde a lógica de autoconsumo y no de frontalidad y dialogo frente a los medios. Pero, para aminorar el riesgo de fractura se debería de hacer formalmente y el Consejo Nacional asumir las consecuencias de ser una máquina de votar.

3.- Adelantar el proceso para que no pueda saltar el precandidato a otro partido fue desaseado. El problema principal ya afloro: no se eligen candidatos, por tanto lo expuesto en el artículo 227 de la Ley Electoral no aplica por no ser formalmente un proceso de selección interna.

Ante lo probable se requiere pulcritud en el proceso que aminore los efectos de la confrontación. Esta debería ser la opción de izquierda. No corregir no es ético y es un error político.

Estamos en una confrontación interior. Al exterior el tiempo cobrará los resultados de una política que no ha proporcionado poder y organización a los trabajadores. La polarización asegura a los propios, pero arroja a muchos al otro lado del espectro político. La reacción es inedita e incorpora nuevos grupos y estratos resentidos, sin vocación democrática o social y cuya creación es un gran error histórico.


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