El voto es un tema serio. Otros temas serios son tomados con la misma ligereza con la que se toma este, como si de una mala telenovela se tratara. Dirigentes, opinadores, informadores y columnistas recurren constantemente al mismo guion y nos presentan una lucha entre personajes y camarillas. Lo es. Pero también es otra cosa. Y con el tiempo y frente a los resultados no podemos más que sentir que hemos sido estafados con la verdadera naturaleza del tema. Ya no más.

El descontento sale del corazón, pero en cuanto se razona y se revisa la historia reciente se observa que las consecuencias de esta ligereza se notan muy pronto en otro lado: en el económico, en la justicia, la seguridad o el medio ambiente. A veces no se toma todavía posesión del cargo y ya se muestra incongruencia. En el estado de Hidalgo, Monreal fabricó una frase que bien pudiera aplicarse a él: “Ni lo mismo, ni los mismos.”

La izquierda electoral ha aguantado todo tipo de incorporaciones bajo el lema más o menos explícito de: “unidad y suma para lograr la victoria”. Debe ser abierta, sí, pero sobre todo a personajes que representen algo distinto a la simple ambición por el poder o el dinero. A vecinos, académicos, pequeños comerciantes, trabajadores o campesinos. También tendrá que pactar a veces con quien no la representa con exactitud. Es un asunto de proporciones. Y dadas las desproporciones actuales el estado de las cosas debe cambiar.

Está bien incorporar distintos perfiles y orígenes pero se ha abusado de ello. Hoy es necesario no sólo garantizar el triunfo, sino algo práctico: cumplirle a la gente. La gente, es cierto, puede desear muchas cosas, pero lo indudable es que espera de los gobiernos de izquierda objetivos, personas y comportamientos distintos a los que soportaron en el pasado con el PRI y el PAN. La diferencia entre lo que se espera y lo que se tiene puede llegar a ser demasiado obvia y desgasta políticamente al movimiento en municipios y estados en el corto plazo.

En estos días la probabilidad de que quienes se comportan mal acaban mal es más alta (sin embargo, para cualquier gobernante de cualquier partido no es nula y es una vergüenza). Más, hecho el daño, las consecuencias son de largo plazo y se echa a perder el momento del cambio.

La elección no debe ser un ejercicio de personalidades, se elige, se quiera o no, si habrá dignidad o sometimiento. A veces se debe navegar a un lado y a veces hacia el otro. Hoy toca corregir el rumbo. Pasando la elección de junio del 2024 elegir a los comités municipales de Morena y hoy, en este proceso, virar a la izquierda, con dignidad, con razón tanto como pasión y con democracia.

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