Por Mario Ocaña

¿Te imaginas recibir la invitación a ese lugar donde tenías mucha ilusión de formar parte? Puede ser un evento social, una universidad, un club deportivo o un lugar de trabajo. Lo que tú quieras. Imagina las emociones al preparar el primer día, el ingreso, cómo te vas a presentar… elegir la ropa, incluso, estrenar alguna camisa, o una falda, unos zapatos.

Este espacio se pintó como el gran lugar donde tu potencial sería valorado y aprovechado, donde cada uno de tus talentos crecería y se pondría al servicio de mucha gente y generaría el dinero que requieres para cumplir tus metas. Ese lugar es de los mejores en su tipo. Para imaginarlo mejor, vámonos al entorno laboral.

Pues ese lugar ha ganado muchos distintivos año con año, mejores empresas, los más socialmente responsables, los mejores beneficios, y ahí estás tú, viendo todos a la entrada y soñando con el día de ser partícipe de un reconocimiento nuevo.

Llegas a tu lugar y todas las personas te dan la bienvenida. Se alegran por tu llegada: -”te estábamos esperando”, te dice alguien cuando llegas a tu lugar adornado con serpentinas y todos los artículos promocionales de la empresa.

“Casualmente vamos a ir a comer para ver la final del torneo de soccer”, te dice una nueva compañera. “¡Vamos!”, exclamas con emoción. “Solo te cuento que el dueño tiene acciones en el equipo de los Zorros y no le gusta que celebren si pierden el partido, pa que no la vayas a regar jajaja” , te dice, tú te sorprendes pero no le das importancia.

A los 2 dias pones tu foto familiar en el escritorio y una persona por lo bajo, te comenta que a la dirección del área no le gusta ver ese tipo de cosas en los lugares de trabajo porque no todas las personas tienen una familia linda y eso puede hacerles sentir mal, o incluso generarle cierta incomodidad a Godinez, quien recién se divorció… -”Pobre… ya no lo van a invitar a los viajes con esposas”, dice alguien más por ahí. “Y si no le invitan, tampoco va a estar en las cosas importantes de la empresa… hubiera aguantado un par de años para divorciarse cuando recibiera el ascenso”.

Tu primer evento social. La boda de Ramírez. Te piden que “de preferencia” no lleves a tu pareja que es de cierta religión, porque “no se adaptaría” al tipo de celebración que se llevará a cabo. Decides mejor no ir.

Poco a poco te das cuenta de que tus esquinas están siendo recortadas. Que tienes que callar u ocultar ciertas cosas que para ti son importantes para encajar en este nuevo entorno, que este espacio lleno de reconocimientos y medallas no es como pensabas, que no se valora quién eres, sino lo que haces. Claro, “es que hay que dejar lo personal en casa, aquí se viene a trabajar”, y esa alegría, ilusión, entusiasmo, ¿dónde quedan? ¿la motivación?¿el propósito? ¿el talento que venías a derrochar? Se quedan en casa…

Este escenario que acabo de relatar es la realidad de la mayoría de las personas LGBTQ+. El talento queda invisibilizado porque debemos camuflarnos para encajar en ciertos estándares y culturas desde la infancia. Pero ¿no ya hay suficiente apertura? ¿no las empresas cada vez más tienen grupos de afinidad LGBTQ+? ¿No ya hasta publican sus logros, políticas y presumen en revistas a los altos mandos ”fuera del clóset”?

No puede darse la tarea por terminada cuando el 90 por ciento de las personas trans viven en el desempleo o en la informalidad según la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM. Cuando las personas LGBTQ+ no están cómodas de ir con sus parejas a los eventos de integración o premiaciones porque se les ha hecho sentir que eso no “va con la cultura de la empresa”, cuando a Gómez se le sigue diciendo “Joto” si no está presente, o cuando a la de archivo se le dice “que le falta un hombre” para sonreír más. Cuando para crecer debes ser una persona que no eres.

Si has visto o has vivido algo así, puedes hacer la diferencia. La diversidad te toca a ti y me toca a mí, a quienes en la adultez podemos voltear a ver a quien le hicimos difícil el camino y allanarlo para las generaciones que vienen atrás, a quienes tenemos una posición en la toma de decisiones, y se trata de que todas las personas se sientan parte del todo para que su talento explote al máximo. Que las medallas y reconocimientos de la diversidad se ganan en junio pero se sostienen todo el año. De nada sirve hacer una fiesta, si la gente no se siente cómoda para bailar.

Director de People and Culture en The Trevor Project México

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