Por: André Matías Taboada

Desde el año 2011 —como iniciativa de la Federación Global del Autocuidado—, tenemos una invitación cada 24 de julio para incidir en diversas acciones que nos lleven a procurar nuestra existencia en vida. La razón simbólica de la fecha surge por la necesidad de enfatizar que contamos con 24 horas y 7 días a la semana para llevar a cabo —en medida de lo posible— actos que se alineen con este propósito.

¿Pero de qué trata? El autocuidado consciente se entiende como una decisión intencional cuya motivación es parar del automático para prestarnos atención y atender, a través de diferentes gestos y herramientas, lo que desde la experiencia y mirada propia abone a nuestro bienestar: físico, mental, emocional, espiritual y/o relacional (vincular).

De fondo el concepto puede ser pan comido para algunxs y representar grandes retos para otrxs, pues en el cotidiano nos atraviesan distintas vulnerabilidades propias de las dimensiones de nuestra identidad (en todo el sentido de la palabra) que a su vez pueden tornarse en preocupaciones y dificultades.

Tal es el caso de 57 % de las personas jóvenes LGBTQ+ de 13 a 17 años quienes declararon que consideraron suicidarse el año pasado, acorde a la primera Encuesta de Salud Mental en las juventudes LGBTQ+, liderada por de The Trevor Project México. Destacando el bullying (21%), la violencia (20%), y la discriminación (20%) como factores significativos que lamentablemente son determinantes para que se propicie este preocupante escenario.

Partiendo de lo anterior, enfatizamos la urgencia de generar protocolos de sensibilización e información acerca del impacto de la opresión en las comunidades diversas, entendiéndose esta como el abuso de poder sistémico e institucional de una o varias personas hacia otra(s) con el fin de negarles la plenitud de su ser auténticx, mismo que eleva los factores estresores y de riesgo hacia la integridad de las juventudes.

Dicho esto, sea cual sea tu escenario y contexto, recuerda que no estás solx y que —aunque hay mucho que no está en tus manos controlar dependiendo de tus interseccionalidades— posiblemente siempre hay una opción disponible para ti. Porque vale destacar que el autocuidado no va de soluciones únicas que apliquen para todos los casos ya que cada unx tenemos límites y anhelos distintos. Así es que te invito a que revisemos juntxs algunas opciones.

  1. Conectar con unx mismx: esto nos permitirá recuperar el aire perdido para entonces comenzar a escuchar nuestras necesidades físicas y emocionales. Más allá de controlar las emociones y/o sensaciones, se trata de verlas, reconocerlas y sentirlas. También es una ventana al continuo proceso de autodescubrimiento pues es normal que cambiemos con el tiempo. Esto puede incluir llevar un diario personal de emociones donde al inicio o al final del día podamos escribir cómo nos sentimos; también practicar algunos ejercicios de meditación para sentir nuestro corazón (literal), respiración y cuerpo —para esto bastan 5 minutos—.
  2. Cuidar la información a la que nos exponemos así como la que generamos. Ojo, no implica ser evasivxs con nuestro entorno pero sí compasivxs sobre cómo reaccionamos ante ciertos estímulos, sólo así podemos encontrar formas de dosificar para digerir y repararnos.
  3. Mover nuestro cuerpo: bailando, cantando, haciendo algún tipo de ejercicio. Bastan 8 minutos para irrigar la sangre de nuestra cabeza a nuestros pies. También funciona como una forma de sentir y canalizar nuestras emociones.
  4. El autocuidado no se trata nada más de hacer, a veces también significa transitar procesos en los que hacemos un alto para soltar o detenernos. Esto puede verse quizá como notar la necesidad de sustituir poco a poco ciertos hábitos con los que no nos sentimos cómodxs, decir adiós a vínculos con los cuales no resonamos más y nos generan constante dolor, darnos un tiempo fuera de algunas responsabilidades, etc. Sea cual sea tu caso, recuerda que no tienes que transitar esto a solas.
  5. Nutrirnos en relación con lxs otrx. Aunque comprendo que perder o no contar con espacios de afirmación puede ser doloroso, siendo una necesidad humana sentirse cobijadx por una manada y alimentar así nuestro sentido de pertenecer a un espacio o comunidad, no olvides que es igualmente válido tejer familia ya sea consanguínea o no. Las amistades, como otros vínculos, son otras formas de refugio y una fuente de afecto y cuidado.
  6. Aprender a pedir ayuda a través de la práctica. Como seres humanxs a veces la necesitamos: mereces apoyo y sentir que alguien te sostiene mientras tú reconstruyes tus pilares. Hoy día existen diferentes grupos de pares, espacios donde personas de la diversidad se reúnen para expresar sus dudas, dolores, euforias, etc. Escuchar las vivencias de otrxs, usar tu voz y descubrir otras perspectivas también expande nuestro panorama.

A las personas adultas (xadres, hermanxs de una persona diversa, tíxs, docentes, etc.), personas en puestos gubernamentales y de toma de decisión, profesionales de la salud psicoemocional, empresas y fuentes de comunicación aliadas:es impostergable capacitarse y conocer acerca de la diversidad. Sin ustedes no será posible cambiar el panorama, pues si bien las juventudes LGBTQ+ no

son intrínsecamente propensas al riesgo de suicidio debido a su orientación sexual, expresión o identidad de género,basta ver que 77% de lxs encuestadxs que tuvieron al menos un intento de suicidio el año pasado lo relacionó con el rechazo familiar y 60% con el ambiente escolar. Esto es un claro retrato de los efectos de la discriminación y el cierre de puertas a la inclusión al que hasta ahora se enfrentan diariamente. ¿Te vas a perder de sus risas, talentos, ideas, vivencias, arte, opinión, abrazos? ¿O contamos contigo para hacer la diferencia?

Vocerx y colaborador de Intervención en Crisis de The Trevor Project

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