China ha alcanzado, como otras naciones del hemisferio norte, temperaturas récords durante los últimos meses, de acuerdo con informes del Observatorio Central de Meteorología, que emitió alertas por los altos grados de calor que sufren distintas latitudes del país.

Recientemente, la región de Xinjiang registró 52.2 grados, sin precedentes en el mes de julio. Beijing, la capital ubicada al norte del país, alcanzó hasta 40 grados centígrados, mientras en Shanghai, el motor económico chino, registró en mayo 36 grados, los más altos en los últimos 100 años. En el suroeste del país, la provincia de Sichuan, con más de 80 millones de habitantes, alcanzó 38 y 42 grados, en tanto la provincia de Yunnan, albergue del mayor número de grupos étnicos minoritarios, llegó a 40 grados.

La ola de calor en China ha afectado severamente la agricultura y la ganadería. Estas condiciones extremas ocasionaron estragos en la región productora de arroz, específicamente en las riberas del Río Yangtsé, donde se producen dos terceras partes del grano que se consume en el país. Estadísticas del gobierno chino muestran que las lluvias disminuyeron en un 50 por ciento desde julio del año pasado, perjudicando la cosecha de la región.

En Jiangsu, provincia al sur de Shanghai, cientos de cerdos murieron sofocados tras la interrupción de la energía eléctrica, provocada por la alta demanda de aire acondicionado. Otro acontecimiento inusual fue la muerte de peces en el suroeste por el aumento en la temperatura del agua de los ríos.

El fenómeno “El Niño”, caracterizado por el calentamiento del Océano Pacífico, es considerado científicamente, junto con el cambio climático que afecta al planeta, como el responsable de las altas temperaturas registradas en la región, impactando en los patrones del clima no solo en el hemisferio norte, sino a nivel global. Estas condiciones climáticas están poniendo a prueba al gobierno chino en su habilidad para proteger la salud pública, la eficacia de los programas para prevenir graves perturbaciones, a la agricultura y la generación de energía en las grandes ciudades.

La realidad es que mientras los gases de efecto invernadero se sigan produciendo las consecuencias del cambio climático serán implacables.

El país asiático, en el que habitan 1,400 millones de personas, es uno de los dos principales emisores de gases de efecto invernadero en el planeta. Tan sólo China y Estados Unidos suponen el 40 por ciento de las emisiones de carbono a nivel mundial.

El principal reto para el gobierno chino es disminuir su dependencia del carbón y los combustibles fósiles. En los últimos años el país ha sufrido un constante desabasto de energía que colapsó los sistemas eléctricos en las grandes urbes, por lo que se incrementó la producción y consumo de carbón con el objetivo de responder a la alta demanda de energía.

En un video dirigido a la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre del2020, el presidente Xi Jingping asumió el compromiso de alcanzar la neutralidad de carbono antes del año 2060. Este anuncio fue hecho en el marco de las cumbres mundiales conocidas como Conferencia de Partes (COP), convocadas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que reúnen a 196 países, más la Unión Europea, que conforman a las Partes y el “Pacto Verde Europeo”, adoptado por la UE en diciembre de 2019 como una hoja de ruta de crecimiento económico sostenible respetuoso del medio ambiente y en transición ecológica.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó en 2021 una orden ejecutiva confirmando el compromiso de neutralidad de carbono para 2050, hecho que representa el retorno del país norteamericano al Acuerdo de París.

Por su parte, el gobierno encabezado por Xi Jingping, ha creado un marco general de políticas para la transición energética expresado en dos documentos clave: la “Guía de Trabajo” y el “Plan de Acción”. El primero se trata de una descripción general del plan de descarbonización del país asiático y el segundo es una visión general de las áreas de la economía china que gradualmente se reducirán o se transformarán a través de la energía sustentable para frenar el crecimiento de las industrias y sectores más contaminantes.

Como parte del plan de descarbonización, las autoridades anunciaron la inversión en diversos y ambiciosos proyectos de energía renovable. Según información de la Administración Nacional de Energía (NEA) se han generado 2.49 billones de kilovatios hora de electricidad producidos por energías renovables en 2021, lo que representa alrededor del 30 por ciento del consumo total de electricidad del país. La producción hidroeléctrica encabeza la lista de las energías renovables con un 16.5 por ciento de la generación total, siguiéndole la eólica, solar y biomasa. Como parte del plan para alcanzar sus metas, el gobierno incluye la energía nuclear, política sujeta a debate y motivo de controversias a nivel global.

Es incuestionable que China y el resto del mundo necesitan realizar una completa transición hacia una economía con bajos niveles de emisión de carbono para alcanzar las metas de neutralidad fijadas en las cumbres internacionales para combatir el cambio climático. Lograr estas metas no sólo requiere grandes inversiones en energías renovables por parte de los gobiernos, también es necesario modificar la manera en que se producen y consumen los bienes y servicios. Es decir, se debe transitar a modelos de desarrollo alternativos y sostenibles.

Coincidiendo con la reciente visita a Beijing de John Kerry, enviado presidencial especial de Estados Unidos para el Clima, el presidente chino, en una conferencia nacional sobre ecología y protección al medio ambiente, enfatizó que los próximos cinco años serán cruciales para construir una civilización ecológica y destacó que el desarrollo socioeconómico de su país apunta a promover el crecimiento a través de una economía circular verde y baja en emisiones de carbono.

La República Popular China, el segundo país más poblado del mundo (después de la India), deberá jugar un papel muy activo en la cooperación internacional bilateral y multilateral en materia de desarrollo sustentable. Será interesante observar el papel del gigante asiático en los próximos años en términos de creación de normas en las instituciones ambientales internacionales rumbo a una gobernanza ambiental mundial.

Especialista en temas asiáticos

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