Este mes de octubre se celebrará en Beijing el III Foro de la Belt and Road Initiative (Iniciativa de la Franja y de la Ruta) para la Cooperación Internacional. La iniciativa del gobierno chino cumple diez años de su lanzamiento.

El presidente chino Xi Jinping, desde el inicio de su mandato, imprimió una dimensión global a su política exterior. Una señal es el proyecto de la Belt and Road Initiative (BRI), conocido en el ámbito internacional como la Nueva Ruta de la Seda. El proyecto fue lanzado en 2013 en la visita del mandatario a Kazajistán, país de Asia Central, e Indonesia, archipiélago del sudeste asiático. Dicho proyecto se ha convertido en el plan estratégico más importante de la política china.

El gobierno de la República Popular China ha explicado que la BRI es una propuesta de cooperación económica internacional, para ejecutar proyectos relacionados al comercio e infraestructura a lo largo de corredores económicos y rutas marítimas. El objetivo: mejorar la conectividad entre Europa y Asia. En la década posterior, el proyecto se expandió a África, Oceanía y América Latina.

La Ruta de la Seda original surgió durante la expansión hacia el oeste de la dinastía Han (206 A.C.- 220 D.C.), que forjó el intercambio entre civilizaciones a través de redes comerciales con los que hoy son los países de Asia Central. La región fue el epicentro de una de las primeras olas de globalización, que conectó los mercados orientales y occidentales, estimuló una inmensa riqueza y mezcló tradiciones culturales y religiosas. La seda, las especias, el jade y otros bienes chinos se trasladaron al oeste, mientras que China recibió oro y otros metales preciosos, marfil y productos de vidrio.

Esta arteria comercial, la más grande de su época, ha sido activada nuevamente por el gobierno chino en pleno siglo XXI, en el contexto de la globalización contemporánea y de ascenso del gigante asiático en el sistema internacional.

El diseño inicial de la iniciativa incluye una ruta terrestre conocida como Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, que traza un corredor hacia Europa a través de Asia Central y una marítima, denominada Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI, que conecta con el sudeste asiático, el Golfo Pérsico y el norte de África. Las autoridades chinas declararon que la evolución del proyecto no se limita a estos países, sino que abre sus puertas a todos los países del mundo que quieran participar en la ruta.

En la actualidad se unieron a la Nueva Ruta de la Seda 152 países de todas las regiones del mundo a través de convenios de cooperación (MOU por sus siglas en inglés). Las economías participantes en la BRI representan más de un tercio del PIB mundial y más de la mitad de la población mundial, según datos de la OECD. También se establecieron convenios con 32 organizaciones internacionales, entre las que se encuentran agencias de Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones. En la última década se han llevado a cabo más de 3.000 proyectos de cooperación en el marco de la iniciativa que a su vez generaron aproximadamente un billón de dólares de inversión según cifras oficiales del gobierno chino.

La Franja y la Ruta tiene un alcance muy amplio que abarca la conectividad económica, estratégica y cultural, cuyo objetivo, explican las autoridades chinas, es el de facilitar el comercio y la inversión, la integración financiera, obtener recursos naturales y fortalecer intercambios culturales a través del financiamiento de infraestructura física y digital. Dicho financiamiento está a cargo principalmente de dos instituciones financieras impulsadas por Beijing, el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB por sus siglas en inglés) y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB por sus siglas en inglés). Adicionalmente, el país asiático creó el Fondo de la Ruta de la Seda, institución que se encuentra respaldada por las entidades financieras más importantes de ese país .

Las principales preocupaciones de la comunidad internacional sobre la política china se refieren a dos aspectos: por un lado, la naturaleza de los proyectos financiados que suelen ser construcciones emblemáticas como grandes puentes, puertos o trenes de alta velocidad y, por el otro, la situación económica y política de los países receptores.

Si bien la BRI nació con el objetivo conectar China con Asia, Medio Oriente, África, y Europa, recientemente, América Latina fue considerada por el gobierno chino como la “extensión natural de la Franja y de la Ruta”. Esta posición quedó plasmada en la Declaración Especial de Santiago de la II Reunión Ministerial del Foro CELAC-China realizado en Chile en el 2018. Actualmente, la región se beneficia con la importación de materias primas por parte del gigante asiático y como contrapartida la exportación de otros productos agrícolas y ganaderos.

Sagún Alicia Bárcena, Ex Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y actual Secretaria de Relaciones Exteriores de México, la cooperación entre China y América Latina y el Caribe ofrece una oportunidad para reducir las asimetrías globales y apoyar una recuperación económica transformadora inclusiva que promueva el desarrollo sostenible en línea con la Agenda 2030.

Considera la alta funcionaria del gobierno mexicano que el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda es una oportunidad para el crecimiento y la participación de América Latina en la economía global, porque “1. dinamizará las economías de Asia y Europa, lo que beneficiará a las exportaciones de América Latina y el Caribe, 2. Acortará la distancia territorial mediante una mejor conectividad aérea, marítima y especialmente digital, 3. fomentará la cooperación en los ámbitos industrial, tecnológico, e innovación en energía sostenible y transporte eléctrico, 4. posibilitará la reestructuración de la deuda y otorgamiento de créditos en la región así como un fondo que promueva infraestructura para adaptarse al cambio climático, 5. promoverá una nueva agenda urbana que incluya cooperación en temas sociales para eliminar la pobreza en todas sus formas hacia el 2030”.

Será interesante observar el III Foro de Cooperación que se celebrará en fechas próximas este año. La asistencia y participación de un importante número de Jefes de Estado y de Gobierno, así como los titulares de las principales organizaciones internacionales, han marcado las ediciones anteriores. Veintiún países de América Latina y el Caribe son hoy parte de la iniciativa.

México no forma parte esta red de países, sin embargo, recordemos que China se ha convertido en el primer socio comercial de nuestro país en la región Asia Pacífico, segundo socio comercial en el mundo y tercer mercado de exportación.

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